jueves, 1 de julio de 2021

ALMANSA COMO COARTADA

 

Lunes 7 de mayo       


Miguel Vidal Santos

 

07.05.07 | 00:15. Archivado en Columnas

 

Las convocatorias de la plataforma etnicista que el tripartito catalán patrocina en la Comunidad Valenciana no logran despertar nunca la curiosidad. Ni siquiera son demasiado originales. Banderas republicanas, catalanas e independentistas se mezclan con el usual listado de tópicos en que vive instalada la izquierda desde que, perdida la identidad ideológica entre los cascotes del muro berlinés, tuvo que sustituir las ideas por los eslóganes.

El pasado sábado, la comparsa de Acció Cultural recorrió las calles de siempre trocando la razón por el sentimiento (como siempre), tras habernos obsequiado con la anual campaña de manipulación histórica (como siempre), hogaño tomando como excusa la batalla de Almansa. Uno de los más conspicuos guardianes de la ficción etnicista, el mediocre ensayista Joan Francesc Mira, se entregó a la fabulación (como siempre) y depuso afirmaciones de este jaez: “Almansa fue una batalla que aniquiló a los valencianos como entidad nacional y que supuso el primer gran genocidio de Europa”.

La aseveración digamos ‘histórica’ de tan evanescente analista refleja perfectamente el nivel intelectual y el rigor argumental de los que el sábado alborotaron el centro de Valencia proporcionando trabajo extra a los empleados municipales responsables de la recogida de residuos.

El día después toca otro tipo de limpieza. No la del cordón sanitario, que tal medida es, como la Historia ha demostrado, propia de izquierdistas y nacionalistas, sino la limpieza intelectual y aun ética. Porque el aire de Valencia queda hecho unos zorros al paso de cada una de las marchas de esta Acció tan dudosamente cultural, y las calles se manchan a fuerza de trotar sobre ellas tanto mentiroso generosamente subvencionado por el tripartito étnico que gobierna la región vecina. Y ni atmósfera ni aceras se limpian con escoba y manguera, sino con el respeto a los hechos y con la libertad de pensamiento.

El catalanismo utiliza el episodio de Almansa, como utiliza el 11 de septiembre de 1714, para pasear su victimismo y para asimilar la España de principios del siglo XVIII a los hechos que vivimos en nuestros días. Para tragar tan burda operación hay que imitar a los famosos monos del templo de Toshogu, que cubren sus ojos, sus oídos y sus bocas. Porque los hechos demuestran exactamente lo contrario y no coinciden en nada con la versión que el etnicismo catalanista ofrece de ellos.

Solo un mico con la boca, los ojos y los oídos tapados negaría la evidencia de que jamás se había hablado y escrito tanto en valenciano (y en vasco, y en gallego y en catalán) como en la actualidad. Cuando los organizadores de los alborotos del sábado, ensayista y medios de comunicación incluidos, hablan de genocidios, o de persecuciones lingüísticas, o de represión salvaje, estableciendo un paralelismo entre 1707 y 2007, ponen en pública evidencia su ignorancia y delatan la intención última del tinglado que tienen montado: su finalidad política partidista.

En ningún momento de la Historia las lenguas regionales españolas, todas ellas poco menos que al borde de la extinción y socialmente desprestigiadas (y no precisamente por culpa del franquismo, pues el proceso viene de muy lejos), habían gozado de tanta salud como desde la promulgación de la actual Constitución. Aunque es ahora precisamente cuando quienes las utilizan como instrumentos de agresión y de división dicen que están siendo maltratadas.

En lugar de enredar con memorias históricas y con sandeces a cuenta de la dignidad (otro nombre que tendremos que rehabilitar, como el de paz y el de diálogo), lo que toca hoy, tras el paso de los alborotadores etnicistas, es baldear las calles.

 

No hay comentarios: