martes, 31 de octubre de 2017

UN PUEBLO FORASTERO EN SU TIERRA

 

Por: Ricardo de la Cierva

El 30 de julio de 1983 la consejería de educación de la Generalidad valenciana decreta el uso de textos escolares, según las normas castellonenses de 1932. Cuando el padre Cremades publica en 1985 su citada obra Normativa de la lengua valenciana, se queja con toda razón: «No sabe­mos ya ni lo que es nuestro... Nuestro pueblo se ha vuelto forastero en su propia tierra», son palabras de su prólogo, debidas a Juan Costa. El cincuentenario de las Normas de Castellón, celebrado por iniciativa pancatalanista en 1932, tuvo mucha resonancia en Castellón, poca en Valen­cia, nula en Alicante.

Unión Valenciana, el partido valencianista de centro­derecha, proponía en 1983 un Manual escolar valencianista con esta declaración más que justificada: «Ante la invasión catalanista que están sufriendo las escuelas del Reino de Valencia y, sobre todo, ante el terrorismo cultural que viene persiguiendo a nuestros hijos y que poco a poco tra­ta de que pierdan su identidad propia de valencianos, he­mos creado este sencillo manual.» E1 23 de marzo de 1984 el Grupo Popular de las Cortes valencianas se opone a 1a aplicación de las Normas de Castellón. Y en el número de abril de 1984 la revista Som insiste: «Valencianos: La lengua valenciana está en peligro. ¡Defendámosla! ¡Es de­ber de todo valenciano estar en pie de guerra contra el dialecto de oficina que nos quiere imponer el Consell» Ese mismo año Carlos Recio, en su Historia del 9 de octubrc afirma: «Estando excomulgada la literatura valenciana y nuestro idioma valenciano por parte de las autoridades va­lencianas en beneficio de una cultura ajena a la nuestra...

Y el número 182, diciembre de 1984, de la misma revista protesta contra un absurdo mapa del Reino de Valencia titulado Zona catalana, con Murcia calificada como «antiguo dominio de Cataluña», Aragón, como «antiguo domi­nio de la dinastía catalana» y un «enclave castellano» en torno a la ciudad valenciana de Requena. No es, sin em­bargo, como vamos a ver ahora mismo, la última atroci­dad de los pancatalanistas, que corresponde, paradójica­mente, a la Universidad de Valencia

LA INCREIBLE DEGRADACIÓN DE UN VICERRECTOR EXTREMISTA

Entre los años 1984 y 1986 el comando pancatalanista insta­lado en la Universidad de Valencia planeó un asalto general para instaurar la lengua catalana -así llamaban ellos al valenciano- en el venerable centro, del que pretendían expulsar prácticamente al castellano. Un grupo juvenil, Al­ternativa Universitaria, del que seguramente forman parte futuros líderes del centro-derecha en el Reino de Valencia, se opuso clarividentemente a la intentona, y contó va ello con el apoyo, verdaderamente emocionante, de la opinión pública más sana de la ciudad, estimulada por agrupaciones valencianistas. Al final las más altas instancias de la Justicia han dado la razón, con la Constitució­n en la mano, a quienes se habían opuesto a este alarde de torpisima normalización; pero merece la pena detallar un poco los pasos de un episodio que apenas ha trascendi­do al resto de España. Episodio que tiene un increíble pro­tagonista, al que no llamamos barojiano por respeto a Baroj­a, el señor Josep Guía, un independentista y separatista valenciano tributario y vasallo del pancatalanismo, vice­rrector, en esos años de la Universidad de Valencia.

Guia aparece en una foto de prensa a la derecha del féretro de José Antonio Villaescusa Martín, terrorista afecto a la organización Terra Lliure, que murió al explotarle una bomba que pensaba colocar en la oficina del paro instala­da en Alcira a fines de julio de 1974 (Las Provincias, 22 julio). La policía detuvo con este motivo a un profesor Filología catalana de la Universidad de Barcelona y la esposa. Se realizaron numerosos registros para detectar ­las conexiones valencianas de Terra Lliure. En abril 1985 fue detenido el propio Guía, bajo acusación de asalto a un piso donde arrebataron a la policía material foto­gáafico y un transmisor, y la prensa informó de que el vi­cerrector es el máximo responsable en Valencia del PSAN (Partido Socialista de Liberación Nacional de los Países Catalanes); Guía venía de Alcira, donde participó en un ho­menaje al terrorista universitario muerto el verano ante­rior. (Hoja del Lunes, Valencia, 29 de abril de 1985.)

En ese verano del 85 los independentistas trataron de convertir en plataforma de sus reivindicaciones a la Uni­versitat Catalana d'Estiu. Patrocinaba el encuentro el pro­pio Max Cahner, conseller separatista de Cultura en la Generalidad de Cataluña, y el proyecto contó con la par­ticipación de un comando de tlaxcaltecas valencianos, pre­sididos por el propio Guía, del que formaban parte el editor pancatalanista Eliseu Climent, el escritor Josep Pie­ra y el diputado socialista en las Cortes valencianas Vicen­te Soler, junto con otro vicerrector político, Emerit Bono. Se anunció también la presencia de Joan Raventós, emba­jador de España en Francia. La directora del diario Las Provincias, María Consuelo Reyna, criticó con suma dure­za (13 de junio de 1985) la presencia de Soler en ese aque­larre del independentismo pancatalanista, que luego resul­tó aburridísimo (El País, 18 de agosto de 1985) y motivo la airada protesta del alcalde francés de Prada del Con­flent, donde se celebraron los presuntos cursos, que se de­claró «harto de los independentistas catalanes», quienes habían abominado por igual de España y de Francia (Las Provincias, 24 de agosto de 1985). Las Provincias, el 12 de diciembre de ese mismo año, ponía en ridículo a varios altos cargos de la autonomía valenciana, como el propio presidente Joan Lerma, a quien habían colocado como pre­sidente de un II Congreso Internacional de la Lengua cata­lana; el cual, como otros dignatarios socialistas, trató de protestar por haber sido sorprendido en su buena fe, cuan­do su fe era más que dudosa y corría pareja con su im­prudencia.


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