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         Los valencianos normales decimos:
        "El disapte, este Cap d'Any coincidix en fi de semana";
        mientras que los "normalitzats" por Rafael Alemany y sus
        compinches de la AVL dirían: "Dissabte, aquest cap d'any
        coincideix amb cap de setmana". En la frase valenciana figura
        "disapte", sustantivo acomodado por nuestros clásicos desde
        el enigmático "sabath" hebreo. También está el valenciano
        "any", grafía habitual desde el siglo XIII en textos escritos
        en el Reino, como la Crónica de Jaime I. Conforme la documentación se
        aleja cronológicamente y se acerca geográficamente a los Pirineos
        encontramos la variable "an", única que conocían los autores
        de las divinizadas Homilíes d´Organyá. Parece evidente que por
        influencia valenciana ahora no llaman "an" o "ano"
        al año los catalanes y catalaneros como Rafael Alemany, aunque quedan
        testimonios toponímicos y onomásticos en lugares como Sant Sadurní
        d´Anoia y en personas descendientes de catalanes que emigraron a
        Mallorca y Valencia (la vaca de un año es "anolla", aunque
        los portadores del linaje se limpiaron el lexema hasta llegar a la
        Nolla actual). La frase Cap d´Any, inicio del año, se opone a "fi
        del any", "fi de mes" y al "fi de semana" que
        prohiben los que viven del catalán, como Rafael Alemany, aunque sea
        lengua viva y enlace con la clásica: "fi del any" (Esteve:
        Líber ele-gantiarum, 1472); "fi del mes" (Pou: Thesaurus,
        Valencia, 1575); "cada semana y al fi de aquella" (Cap. del
        vi foraster, Oriola, 1673); "fi de semana" (Escalante: Mil
        duros y tartaneta, 1897); "fi de mes" (Martínez Ruiz, A.:
        Canyisaes, Monóver, 1911). La juventud amaestrada por el fascismo
        expansionista sólo conoce la frase catalana "cap de setmana",
        en lugar de la valenciana "fi de semana".  
        Entre las neolatinas hispánicas hay
        falsas concordancias. En idioma valenciano podemos decir: "La
        sinyora Gloria Culnuclear y Quatrebarres va morir en palma el
        dumenge", y els filólecs de Madrit o Barcelona supondríen que
        hauría mort en Palma de Mallorca d'una fartá de sofrasá o aufegá en
        llicoret d'ou. La expresión "morir en palma" equivale a ser
        virgen en el instante de la muerte: "vullc morir en palma"
        (Liern: Una broma de sabó, 1867), construcción que catalanes y
        castellanos harían bien en no confundir con "vullc morir
        empalmat". En la comedia "Una broma de sabó", al no
        existir tipos como Rafael Alemany en 1867, los valencianos seguían
        gozando de idioma propio, sin complejos de inferioridad ni comisarios
        que les acusaran de fascistas por usarlo. Uno de los personajes, el
        pedante Don Jacinto, filólogo que no entiende la lengua valenciana,
        dice sorprendido ante un escrito: "Esto es valenciano" (p.
        32), añadiendo: "y es extraño, porque leo latín, alemán... y un
        poco de inglés, catalán y guachindango". El valenciano Nelet, indignado,
        se lo quita de las manos y lo lee comenzando con el habitual
        "Anem a vore".  
        El título "Una broma de sabó"
        también confundiría a catalanes y castellanos, ya que
        "broma" es polisémica en valenciano y aquí equivale a pompa
        o espuma de jabón, acepción que enlaza con la menos frecuente de
        mucosidad, como dice el modismo: "tindrer menos sustancia que la
        broma de caragol", presente en la prosa literaria de Galiana (a.
        1768). Abundando en el tema, si decimos: "l´atra esprá, Ampariues
        y yo mos unflarem la pancha en roses", los vecinos de Poniente y
        Norte pensarían que somos devoradores de flores, al ignorar que
        "roses" es el sustantivo valenciano equivalente al
        castellano "palomitas" de maíz. Desde el parnaso barcelonés,
        el sabio Corominas creía y propagaba que "roses" (de maíz)
        era adjetivo neológico del valencianismo franquista, cuando Joan Fuster
        se contorneaba marcando paquetito y luciendo pistola y camisa azul ante
        Sanchis Guarner y compañía. Erraba el etimólogo, al ser sustantivo con
        solera. Ya en el siglo XIX, los valencianos incluían en su gastronomía
        "les coques groses de dacsa" (Gadea: Tipos, 1908); y
        elaboraban "les coques de roses" que el proletariado llamaba
        "torró de gat" eufemísticamente: "ahir va fer uns
        torrons de gat" (Escalante: Una sogra de castanyola, 1875 ). Hay
        fuentes más antiguas, como la del manuscrito del siglo XVIII titulado
        "Coloqui de la novia favera", donde se alude sin ambigüedad
        al producto: "roses que en paella es fan" (v. 68). De autor
        anónimo o, probablemente, de la pluma de Carlos Ros, su antigüedad
        podría fecharse entre el 1745 y 1770, por lo que Corominas no anduvo
        fino al suponer que "roses" era vocablo del 1940.
        Resumiendo: en idioma valenciano tenemos "roses"; en castellano,
        palomitas; y en catalán, "crispetes". Tres lenguas, tres
        denominaciones.  
        Huí, el Reyne de Valencia es gueto ahon
        els catalaners com Rafael Alemany (corruptor de catalá de Zaplana), fan
        el butoni als chiquets, funcíonaris y emigrants en la simitarra del
        IEC. Antes, los valencianos creaban su idioma mediante neologismos o
        acomodaciones morfosintácticas, no sólo del latín, griego y árabe; sino
        también del hebreo, como "levita" (Roig: Espill, 1460); o
        del antiguo iraní, como "simitarra" (Fenollet: Hist.
        Alexandre, 1481), vocablos que pasarían al castellano y catalán. El
        proceso de gestación léxica jamás se interrumpió, aunque muchos
        neologismos apenas superaran dos generaciones; p,e., el sustantivo
        "alcría" era síncopa del vocablo valenciano prejaimino
        "alquería". Corominas documentó oralmente el diminutivo
        "alcrieta" en Museros y Albalat dels Sorells, y
        "alcría" en Alacuás; pero un siglo antes lo hallamos en
        letras de imprenta y en una isoglosa que abarcaría de Rafelbunyol a
        Gandía: "desde l´alcría al poblet... canta el gall en
        un´alcría" (Roig, A.: El Tesor dels Chermanells, Gandía, 1884, pp.
        10,56). En 1884 no existía el provocador a sueldo que burlaba al pueblo
        valenciano por mantener la denominación usada por Antoni Canals en
        1395; y Civera no tenía que implantar el catalán como hace Rafael
        Alemany en la Universitat d'Alacant. El dramaturgo Roig y Civera,
        notario de profesión, dio fe del nombre del idioma de nuestros antepasados:
        "y parlem en valencia / ya qu'es vosté de Valencia" (El tesor,
        1884 p. 69). Para Roig, igual que para Cervantes o Martorell, era un
        idioma europeo: "ací está en francés... y ací la traducció al
        valenciá" (p. 26).  
        Ya estem en 2005 y tot seguix lo
        mateix. Les construccions valencianes com "fi de semana"
        seguixen prohibides per catalaners que s´enriquixen en dinés de
        mosatros. Tot seguix baix el fascisme expansioniste catalá, mentres
        Campstalunya asoles cavila cóm fer martingales pera mantíndres en el
        puesto. Está clar que ha perdut la purea y no faltará en palma; tot lo
        més la dinyará empalmat y en bolchaca plena. 
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