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         He compartido muchas horas en la
        Redacción de ABC con periodistas que luego han recalado en Canal 9. Y
        sé muy bien qué es lo que han tenido que dejar a la puerta de ese
        Guantánamo, de esa cárcel de las palabras, forzados de nómina. Son
        innumerables los métodos que usa el Poder, ese abuso de poder; uno de
        ellos, quizá el más denigrante, el de la fidelidad de subsistencia, esa
        sopa boba. No se lo reprocho. Aquí sólo cabe recriminar a esos
        filólogos de rebufo que hacen de su ciencia conveniencia, de la
        ortografía abono en cuenta; y a esos políticos de causa propia,
        sofistas de mitín, fariseos de escaño y atril que valen porque sirven,
        que se sirven del cargo para limpiar, fijar y dar esplendor a su
        peripecia personal. 
        A los modos del texto grabado en las
        puertas del Infierno de Dante -¡Abandonad toda esperanza al
        traspasarme!- estas otras palabras -¡Abandonad toda libertad, valgan
        consignas!- bién podrían rotularse en el dintel de ese humilladero
        mental controlado en el que fundamentalistas talibanes del nivel
        «superior» practican cierto terrorismo cultural con la lengua, colocan
        mochilas con la unidad a modo de laxante que tan mansas correncias
        colectivas produce entre los «internos». 
        Felizmente, terminó «Tómbola», aquel
        programa en el que toda una concupiscente estofa de nocturnas aves, una
        escorrentía de tunantes del famoseo convirtieron a Canal 9 en un
        sex-shop, sin ningún contenido que no oliera a podrido en Dinamarca.
        Hace tiempo que pedí un expurgo de censores, de esos inquisidores del
        «mitjà» o del «superior» que ofician en esa casa de tócame Roque una
        lengua de servicio, vasalla y pedante. Pedí entonces al alcaide de
        Chirona 9, que aplicara las promesas electorales: «que las bocas se
        sientan libres... ninguna práctica de exclusión... de marginación... de
        dirigismo... ese es nuestro reto... la lengua real que hablan los
        hombres y mujeres valencianos... ». ¡Fiasco! 
        Días atrás conecté con «Noticies 9» que
        comenzó así: «Un bacteri... », una de tantas cursilerías con que nos
        arengan; recojo algunas: «el llum... tot i que, allò que, la qual cosa,
        hand-ball, la esférica, la represa, el costum, la sida, esa, ema, ena,
        ela...», incluso «dram» en lugar de drama, o «metre» en lugar de Metro,
        o «tipus d´equipus» como dijo un conspicuo acollonado, como no dicen
        siete cuando dicen «set», o dicen Dios cuando quieren decir «d_u...»,
        que la clase integrista sufre una metàstasis mental asequible al
        desaliento remunerado, como dicen «avaria» y no «averia» porque en
        Palafrugell con esta última definen un conjunto de bestias -aquí
        diríamos «averiu»- como dicen «sembla» y no «pareix», porque con esta
        última dicen parir y no «parix» como decimos aquí, y que han llegado a
        decir «el turc que volia matar el Papa» o «un terrorista que volia
        matar el Rei», quién diría de instintos tan perversos de ambos... 
        Me temo que seguiremos con las mismas
        imposturas, con noticiarios que no son sino crónicas de sucesos, casos
        de El Caso; hace unos días dieron cuenta de una nevada en Canadá, -¡qué
        grande es la Comunidad!- ¡con una foto fija!; tocante al «esport»
        -Ausiàs March decía «deport»-nos cuentan a diario los problemas de los ¡isquiotibiales!
        de algún quejicoso del balón, mamá pupa; al fin han dejado ya de
        anunciarnos el Apocalipsis climático con el que nos han atormentado
        durante semanas, dale que dale, erre que erre, trece que trece, fraga
        que fraga, evidenciando la poquedad informativa de algunos realizadores
        de esa pedanía de TV3... guajira ramblananera.Y así nos van
        perorando... previa receptación de conjuras foráneas, claro. 
        Epitafio: el pasado sábado volvió a
        Valencia un hombre a un mostacho pegado, a una calva adosado. «El qui
        furta i no li passa res, torna a per mes». 
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