Por Ricardo
García Moya
Las Provincias
19 de Octubre de 1997
EI
joven Telémaco y su ayo Mentor, enfangados, emergen vestidos de labradores
valencianos con casco griego y cesto de altramuces; es decir, son
"tramusers”. ¿Patético? quizá, especialmente si comparamos esta zarzuela
valenciana de 1868 -parodia de epopeya homérica y de "Las aventuras de
Telémaco" del arzobispo Fénelon- con las coetáneas Parsifal y Lohengrin
wagnerianas. Pero cuidado, un ejemplar lo posee la Biblioteca Nacional
(BN,T.23762) como testimonio de la lengua valenciana decimonónica; y los de la
Grán Enciclopedia Catalana no hacen ascos a Rafael María Liern, y mienten urbi
et orbi al afirmar que "en català
escrivi Telemaco en I'Albufera".
Hay
que saborearla como un filme del Buñuel surrealista. El preceptor Mentor
resulta ser la siniestra Moma, mientras que el tramuser d'Alboraya, Telémaco, y
las ninfas Calipso y Eucaris -enguileres de l'Albufera- sufrirán travesuras de
un Cupido reinante del Palmar a "Catarrocha" (p. 35). Estos juguetes
líricos que endulzaban a un Reino de Valencia marchitado por el cólera,
albergan filones idiomáticos ocultos entre castellanismos (uso de la ñ) e intencionadas deformaciones
morfológicas con finalidad satírica. Excluyendo lo estéril, en Telémaco
aparecen tres niveles léxicos: uno, formado por vocablos clásicos de étimo
árabe como "tarquín" y
"tramús" (en catalán, llobí) o palabras como "dula", documentada en Elig (año
1378) y en el Spill (1459). Otro estrato contiene neologismos y voces de jerga
de reciente y dudoso origen (gringo, peseta, carpanta) que pudieron surgir en
el valenciano, castellano o catalán. Liern las considera tan usuales en el
idioma valenciano que, cuando Calipso pregunta ¿Parle en gringo? (p. 7) se permite crear un bucle semántico (gringo significa griego, idioma que la ninfa helénica debía conocer).
EI
tercer grupo léxico es el que preocupa al Institut d'Estudis Catalans. Liern
usa el idioma vivo (chiquet, vullc, atres, mosatros, roder, hui, sigle,
bolchaques, pallola, chufes, tindre, vindre), ajustando sin complejos grafía y
fonética. Escribe "chitano"
(p. 23), "m'agrá eixa rocha"
(p. 19), "abaecho" (p. 9),
alejándose de las formas gitano, agrada, roja, abadejo, comunes
al catalán y castellano. Esta actualización lingüística, rompedora de
fosilizaciones pedantes y pseudoeruditas, fue desprestigiada desde Barcelona,
al mismo tiempo que premiaban a los literatos valencianos que catalanizaban su
lengua en léxico y ortografía.
Por
otro lado, los valencianos de 1800 habían resuelto la homonimia parcial entre
el arcaico "veure" (ver) y
el vigente beure (beber) al
sustituir el primero por vore; cambio que disipa anfibologías. Cuando Telémaco,
enamorado de Calipso, pregunta a Cupido: "¿No la voré?" (p. 32), emplea el transitivo "vore", no "veure".
Liern
no era analfabeto, sino licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, director
del Teatro Real y autor de múltiples comedias bilingües que reflejaban la
realidad idiomática del Reino hacia 1850. En otra comedia de este autor ("El
que fuig de Deu". Valencia 1878), asistimos
al curioso examen de lengua valenciana a la joven Elisa,
que finge ser "llauraora del Reyne
de Valencia" (p. 19). Le preguntan: "¿Y te vosté la sertea de finchir be?, respondiendo Elisa: "Yo hablo bien el valenciano" (p.
6). El interrogatorio es capcioso: "¿Arrós
en chagants y nanos?", contestando erróneamente: "Con nabos y con
tabellas". Lapsus que es recogido irónicamente, "Con fesoles",
al castellanizar fesols por
"fesoles".
Suprime
las d intervocálicas, actualizando
la lengua al escribir tirá y perchaes (no tirada ni perxadas)
rechazando las terminaciones catalanas y castellanas en ada, esas que hieren tímpanos los sábados futboleros (talonada, centrada,
senyalada, rematada, enganchada, temporada, controlada). Incluso actualiza topónimos
al escribir Moncá por Moncada (cambio no político como el de Mutxamel, que
siempre se escribió Muchamel; o Morvedre, que es el topónimo valenciano gestado
en época mozárabe, no Sagunt). También leemos: "vine en mí", con la preposición en (no la desconocida amb).
Igual que Fullana en 1915, Liern sólo recoge "vesprá", no el arcaísmo vesprada.
Nacido
en 1833, Liern fue notario lingüístico de la lengua valenciana, no un salvador
de patrias introductor del avui, el esport y el desenvolupament barceloní. En
"La toma de Tetuán"
(Valencia, 1681) unos personajes gritan: "¡Apresa, chiquetes!",
replicando las aludidas: "Mentres
feu un drap vosatros, fem mosatros cuatre" (p. 7). En otra escena, un
andaluz pregunta: "¿Q'ues tosino?", y el tío Verderol responde "cansalá" (p. 25), no el norteño
"cansalada". Audazmente, incluso llegó a plasmar la abertura de
vocales en grafías como "ascomensa", y "aspai"; algo discutible, pero discutible entre
valencianos.
El
panorama es sombrío. En 1997, en lugar de "Telémaco en l'Albufera", unos personajes subvencionados que se
llaman "oralitzadors i
rondallaires", organizan en catalán "espectacles per a gaudir als nens" de BUP y EGB. ¡Vaya
valencianos! Se burlan del léxico de Liern y difunden el del Institut d'Estudis
Catalans.
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