Por: Ricardo
de la Cierva
Conocí al señor Sanchís durante una de mis
visitas a Valencia, que prodigo cuanto puedo, porque me apasiona cada vez más
la nobleza congénita del reino y el gravísimo probllema que lo divide. Me
preocupaba entonces el apoyo a las beneméritas agrupaciones musicales que en
numero,os pueblos valencianos actúan como espléndidos centros para
la promoción de la cultura, pero muy intrigado por su problemática del idioma,
a la que entonces me empezaba a asomar, suscité el tema en una reunión con
intelecuales valencianos a la que asistía, a mi izquierda, el señor Sanchís.
En aquella discusión no me enteré absolutamente de nada, pero advertí la
hondura del enfrentamiento interior. Sanchís me pareció una persona amable y
correctísima, conocedor profundo del problema, que exponía con voz cansada y
semblante huidizo, como si albergase un estimulo de incertidumbre y
desasosiego en el fondo de su convicción. Era por entonces un oráculo
indiscutible e intocable; su prestigio se fundaba en el dogma más que en el
saber. El padre Francisco de Borja Cremades, en su libro de 1985 Normativa de la lengua valenciana, pone
en _evidencia las contradicciones de Guarner, sus insuficiencias históricas,
sus arbitrariedades lingüísticas; y destrucye casi toda su credibilidad.
Llegó
el turbión de la guerra civil, cuando Valencia fue capital de la República
derrotada, que no tuvo tiempo para controversias filológicas. Acabado el
conflicto, en 1939 Miguel Adlert y Xavier Casp fundaron la Editorial Torre,
que adopta la línea catalanista; pero otros intelectuales valencianos se
oponen al pancatalanismo renaciente, como Nicolau Primitiu, Francesc Almela
Vives, Antoni Igual i Ubeda. Durante el régimen de Franco el pancatalanismo
tiene que actuar con sordina, pero no ceja, subterráneamente, en su empeño,
gracias a su quinta columna valenciana, que ahora van a encabezar tenazmente
Manuel Sanchís Guarner y el antiguo fascista Joan Fuster, que traslada al campo
histórico-filológico la actitud totalitaria que aprendio en la Falange. Por
entonces Manuel Sanchís residía en Mallorca y allá le va a buscar Joan Fuster
-según confiesa el propio Fuster en 1962- para revelarle las claves de la
operación, con estas palabras: «M'han donat uns xavos (unas perras) i vull
editar una serie d'opúsculos. » El dinero fresco del pancatalanismo para una
nueva fase de la falsa reconquista catalana de Valencia en el siglo XX. La Real
Academia Española, sin embargo, mantenía en ese año, 1959, su buena línea
anterior ante el problema. En el Boletín de
la RAE, septiembre-diciembre de 1959, tomo 39. cuaderno 158, se explica la
definición de valenciano en el
diccionario: «Y no está exenta de alcance político la rectificación que se ha
hecho en las definiciones del catalán, valenciano, mallorquín y balear a fin de
ajustarles a la lingüística moderna, dando de paso espontánea justificación a
los naturales de las respectivas regiones. Del valenciano. por ejemplo, se
decía dialecto de los
valencianos; ahora se le reconoce la categoría de lengua y se
añade que es la hablada en la mayor
parte del Reino de Valencia.» Muv bien; eso es.
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