Amar la cultura catalana es respetable
y opcional, dilecta Carme, pero no el catalanizar a los valencianos
manipulando su historia. Eres profesora de árabe del departamento de
Filología Catalana y miembro de la AVL, y también eres la misma
catalanista que publicaba en tiempos y compañía de Joan Fuster cosas
sobre el ‘País Valencià´, aludiendo al Reino de Valencia de los siglos
XIII al XVI. Formas parte del lote fusteriano de la academia inventada
por San Zaplana e Inmersiomán, hecho que explica la sumisión al IEC y
sus panfletos, como la ‘Guia d’establiment de criteris per a la
denominació catalana d’animals’, con nombres zoológicos que deben usar
los indígenas valencianos: “cal establir la preferencia entre els tipus
de formació de noms d´animals que més convingui” (Guia. IEC. Catalunya.
Generalitat, Dep. Cultura). Para ello hay que ‘tenir en compte les
llengües següents en l´ordre recomanat: anglés, francès, castellá’ (p.
32). Estas consignas político-filológicas impuestas por el eje de la
caspa PP-CIU, han logrado suprimir el idioma español de la enseñanza en
Cataluña; y aquí lo harán con el valenciano y español en los próximos
cuatro años.
Entre las voces de posible étimo árabe
que nos roba Cataluña (con el tancredismo de la AVL) figura ‘saura’
(grajo); aunque Corominas, escéptico, atribuye su origen a la lectura
errónea de unos versos sobre la simbólica lucha entre ave y reptil: ‘la
serp encanta / castiga saura’ (Roig: Espill, 1460). El étimologo, endiosado,
falseó el original de Roig con un apóstrofo para cuadrar su teoría:
‘castiga s´aura’ (DECLLC). A partir de esta delictiva licencia,
aventura que Palmireno copió ‘saura’ de Roig; después, Onofre Pou lo
haría de Palmireno, y así sucesivamente hasta llegar a Escrig: ‘saura:
grajo, lo mismo que gralla´ (Dicc. 1887). Aún suponiendo que fuera un
lapsus (muchas palabras nacieron de confusiones, como altozano), sería
testimonio de la penetración del idioma valenciano en el Condado, ya
que el vocabulario catalán-alemán de 1502 copia la voz valenciana
`saura’; hurto que eufemísticamente llama ‘interpretación’ el filólogo
catalán: ‘ja el 1502 havia començat aquella interpretació del vers del
Spill’ (DECLLC). A los que ‘interpretan’ carteras se les llama ladrones.
Lo curioso es que una ‘aura’,
sospechosamente similar a ‘saura’, aparece en ultramar en 1560 para
aludir a la rapaz zopilote y la insectívora zopilotillo.
Nadie sabe si era de origen valenciano,
castellano o antillano. Y si por Cuba teníamos aura como ave, un
anónimo de 1350 (traducción de la ‘Historia de Jerusalem’ de Jacobo de
Vitriaco), dice que saura es serpiente, aunque la nomenclatura
zoológica del amanuense es patatera, llamando tarantas, seps(sic) y
ansibena a otras serpientes. La escasez de testimonios hace que
valoremos más los valencianos: ‘la serp encanta / castiga saura’ (Roig,
1460) ‘saura, lo mismo que gracculus grajo’ (Palmireno, 1569) ‘saura:
monedula’ (Pou,. 1575) ‘saura, grajo’ (Escrig, 1887). Es evidente que
Roig no inventó las voces ornitológicas que utiliza: saura, aguilons,
falcons, cadernera (cagarnera), putput, etc. Casi homógrafa es ‘saurí:
persona a quien el vulgo atribuye la facultad de ver lo que está
oculto’ (Escrig, 1887).
Los catalanes documentan ‘saurí’ por
primera vez en 1840; pero en idioma valenciano era patrimonial,
figurando incluso en frases paremiológicas: ‘un tort veu més que un
saurí’ (Morlá, 1649). Del árabe ‘zuharí’ (resplandeciente, del planeta
Venus), el ‘saurí’ valenciano se asociaba al astrólogo y adivino; colectivo
que gustaba de escenografías teatreras donde no faltaban calaveras y
grajos. ¿Derivó ‘saura’ de ‘saurí’? Esperemos que la arabista
fusteriana Barceló o el reverendísimo Arnau aclaren estas cuestiones
(aunque es más cómodo digerir el potaje idiomático que remite
Cataluña).
La nomenclatura zoológica valenciana es
violada por la AVL. A los escolares, por ejemplo, se les enseña el lapo
catalán ‘tauró’, cuando en idioma valenciano llamamos ‘tiburó’ y
‘taburó’ al escualo de gran tamaño.
De origen caribeño, el primero que la
documenta en lengua valenciana es Orellana, en 1802, llamándolo
‘taburó’ al suponer que derivaba de un latino ‘tiburo’ que, por cierto,
nunca existió en la lengua de Virgilio. El cultismo valenciano era
respetuoso con la ‘b’ del étimo, recogiéndolo los lexicógrafos
regnícolas: ‘tiburó’ (Escrig: Dicc, 1887); ‘tiburó’ (Gadea: Voc. 1909);
‘tiburó’ (Fullana: Voc. 1921). Entonces ¿de dónde viene llamar ‘tauró’
al ‘tiburó’, como imponen los comisarios del PP-CIU? Del basural léxico
de la Renaixença catalana, siendo Verdaguer en su ‘Atlántida’ (año
1877) quien usó ‘tauró’ por primera vez. Los colaboracionistas la
adaptaron, siguiendo la consigna de alejarse del español; y hoy, en el
2003, es obligatorio en este Reino de fantoches que presumen de héroes.
Fuster estaba enloquecido contigo,
Carme de la morería, al considerar que dejabas zanjada la catalanidad
de la lengua valenciana en los siglos XIII al XVI. Al camisa azul se le
caía la lleterola al ensalzar ‘tu estricto valor científico... admirable
agudeza en el examen de datos indiscutibles y conclusiones diáfanas’
(Barceló, Carme: Minorías. Pról. Joan Fuster). ¡Vaya panda de gamberros
culturales que estabais hechos! Con tu admirable agudeza en la
interpretación de documentos llegas a la conclusión de que es más
científico llamar País Valenciano al Reino de Valencia en los siglos
citados. ¡Qué pasa, tía! ¡Que las pragmáticas reales que manejas, los
escritos de la Cancillería que analizas, las actas notariales que
escrutas (con perdón), los procesos inquisitoriales que cotilleas
¿aluden alguna puñetera vez al ‘País Valenciano’? ¿Era Jaime I
presidente del ‘País Valenciano’? Exaltado, Joan Fuster afirma que
ofreces datos indiscutibles sobre la catalanidad del idioma. Estoy de
acuerdo con el falangista, son indiscutibles por la risa que producen;
pues, luz de la Meca:
¿Dónde has leído que el cadí de
Valencia Abenguarret ‘traduce del árabe al catalán’ la carta de
Valldigna en 1298? (¡je, je!).
Afirmas, académica de la AVL, que la
catequización de moriscos valencianos tropezó en el XVI con “el
conflicto protagonizado por el catalán-castellano”. ¡Qué bolas metes!
No respetas ni al rey de Valencia y te ciscas en los decretos reales.
Tú sabes, Carme del jamalajá, que Felipe II nunca ordenó que se
enseñara en catalán a los moriscos del Reino, sino en “lengua
castellana y valenciana” (Bib. Nac. Ms. 10388, f. 104,10 de mayo de
1595). Y el virrey habla de lengua valenciana, y el obispo de Segorbe
sólo cita la lengua valenciana ¡no la catalana!
¿Y a ti, Carme, precisamente a ti que
no reconoces la lengua valenciana, te colocan en la AVL para
defenderla? ¡Ay, Tarancón, Tarancón!
Joan Fuster te daría un beso en los
morros, con bigote y lengua hasta la epiglotis, por haber culminado el
proyecto catalanizador que soñó el Cipriano.
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