BALTASAR BUENO
La
AVL se está convirtiendo a marchas forzadas en el Tribunal de la Santa
Inquisición Lingüística con sus maneras y formas de actuar, entidad viciada en
origen por cuanto que su preocupación principal es velar por la unidad de la
lengua catalana y no por la Lengua Valenciana.
Apoyada
por toda la infantería y caballería de los "Serveis de Normalització
Llingüística" de las corporaciones e instituciones oficiales y públicas,
debidamente controlados por el pancatalanismo, la AVL obliga a la ciudadanía a
escribir y hablar como a ella le apetece y caso de no pasar por su aro los
objetores lingüísticos son sancionados.
Por
ejemplo, si un libro está redactado en pura Lengua Valenciana, según las Normas
de la Real Academia de Cultura Valenciana, no en catalán como manda la AVL, no
recibirá ningún apoyo oficial de instituciones y organismos oficiales y
públicos.
Aunque
lo peor no es eso. Si usted escribe un libro en el que todas las palabras que
emplee están contenidas en el diccionario de la AVL, si éstas no se encuentran
entre las primeras de las distintas que impone el dogma catalanista, tampoco se
lo publicarán.
Me
explico. Los de la AVL nos han querido perdonar la vida a los valencianos y
aceptan, como mal menor, en su diccionario oficial palabras normales y
corrientes, que, desde el siglo XV, venimos utilizando los valencianos, pero en
concepto de vulgarismos, que en lingüística es algo así como ser palabras de
tercera regional preferente, no de primera división, honor que sólo se otorga a
las genuinamente catalanas.
Para
los cobrantes de la AVL -de entre todas las academias de la lengua del mundo,
los de la AVL, parece que son estos los únicos que cobran, además de ser sus
normas de obligadísimo cumplimiento bajo pena de sanción y excomunión
secesionista- lo culto es utilizar el barceloní castizo, no lo genuino que se
habla desde tiempos ancestrales en el histórico Reino de Valencia.
La
Santa Inquisición Lingüística está en marcha. No les extrañe ver pronto cómo
son inmolados en el fuego todos aquellos manuscritos y libros que osaron, y se
atrevan en lo futuro, ser redactados en la genuina Lengua Valenciana, a
propuesta de los nuevos Inquisidores de los servicios de la (sub)normalización
del idioma autóctono.
Ni libertad de cátedra, ni libertad de
expresión, ni libertad de autor, ni mucho menos respeto a lo que
tradicionalmente ha sido la Lengua Valenciana.
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