Autor: José Manuel Bou Blanc
Antes el entonces Decano de Derecho Carbonell había autorizado un acto del
notorio colaborador de ETA Pepe Rei, semanas después del cierre del diario Egin
y meses antes de que fuera procesado por inducción al asesinato. Durante el
acto estudiantes fueron agredidos por los pasillos y cuando alguien hizo una
pregunta inconveniente al conferenciante, otro asistente gritó: "Que le
peguen un tiro y que se calle". No hubo investigación alguna por parte de
la Universidad.
En Novienbre de 2000 un acto "antifascista" de la CEPC termina con la
agresión por parte de radicales catalanistas a miembros del colectivo
valencianista Renovación Universitaria en la Facultad de Derecho (Diario de
Valencia 21- 11- 2000). Pese a ser los agresores perfectamente conocidos la
Universidad no sancionó a ninguno.
En Enero de 2001 la CEPC boicotea el homenaje al profesor Broseta, asesinado
por ETA, con insultos y escribiendo una pancarta amenazante. A ninguno de los
participantes en el boicot se le abrió expediente por la Universidad.
Antes de todo esto, los Claustrales del grupo AEN - CEPC habían sido condenados
por injurias a la Corona al irrumpir violentamente en un acto al que asistía el
príncipe Felipe. El Claustro de la Universidad no sólo no inició actuaciones
sino que emitió un comunicado solidarizándose con ellos, apelando a la
"libertad de expresión".
Esta es un pequeña muestra de los incidentes que, desde hace años, se vienen
produciendo en la Literaria, protagonizados por nacionalistas catalanes de
extrema izquierda con el beneplácito de la Universidad. Sirva esto de contexto
para glosar lo sucedido el Martes 23 de Mayo de 2006 en la Facultad de Derecho.
Estudiantes valencianistas tenían prevista una charla-coloquio. El Decano de
Derecho Carlos Alfonso, en el último momento, negó la autorización del aula
para poder llevarla a cabo. El mismo espacio que se concedía a quienes
brindaron con cava cuando asesinaron a Broseta se les negaba a ellos, sólo por
ser valencianistas. Por lo visto para la Universidad no condenar al terrorismo
no es un crimen tan grave como creer que el catalán y el valenciano no son
lenguas distintas.
El acto se desconvocó, pero no dió tiempo de avisar a muchos simpatizantes que
se presentaron el día y hora previstos en el Edificio Departamental. Para
evitar incidentes el mismo Juan García Sentandreu, presidente de Coalición
Valenciana, se personó en el lugar para advertir a sus seguidores de que no se
iba a celebrar el acto. Cuando explicaba los motivos el Decano irrumpió entre
el gentío amenazando con llamar a la policía.
A pesar de sus irresponsables provocaciones, los incidentes producidos fueron
leves, sin que haya que lamentar daños a personas o a bienes públicos.
La nota de prensa de la Universidad resulto cuanto menos
sorprendente, porque en ella se puede leer que: cincuenta encapuchados ( ¿ ? )
de ultra-derecha ( ¿¿ ?? ) asaltaron la universidad ( ¿¿¿ ??? ), arrollando a
los agentes de seguridad ( ¿¿¿¿ ???? ), pues bien: ni eran cincuenta, ni había
ningún encapuchado (a los que llevan capuchas, sí les autorizan el aula), ni
eran de ultra-derecha, ni asaltaron nada, ni arrollaron a nadie. Entre los
asistentes se encontraban personas como Manuel Ricart o Fernando Millán, que
ocuparon puestos de responsabilidad con la UCD y el PSOE hace alguna década y
que han hecho más por la democracia en este país que todos los decanos de la
Universidad de Valencia juntos.
Pero no contento con haber ideado esta ficción dramática que ha provocado la
querella de Coalición Valenciana contra la Universidad por Injurias y
Calumnias, el Decano Carlos Alfonso amenaza con expedientar y expulsar (ahora
sí) a los estudiantes que de algún modo participaron en el acto.
Estamos seguros que el Decano es un buen demócrata y que no cumplirá sus
amenazas. No querrá que nadie piense que los rumores sobre su futuro político
en Izquierda Unida, coalición formada en torno al Partido Comunista de España,
el último partido comunista que queda en Europa, tienen algo que ver con su
extraña actitud. No querrá que nadie pueda decir que dirige la Facultad como si
fuera un Soviet, amenazando con represaliar a los estudiantes que no le hacen
la pelota, con la misma facilidad con la que Stalin borraba a los trosquistas
purgados de las fotos.
Los agravios comparativos que ponen de manifiesto estos hechos son tan rotundos
que ni siguiera precisan de comentarios.
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