Juan Vanrell Nadal Muy apreciado Sr. Arzobispo de Valencia: La
prensa local ha resaltado su buena voluntad de reanudar la edición paralizada
del “misal en valencià”. Por lo leído, le va a asesorar la Academia
Valenciana de la Lengua. “¿De qué lengua?” nos preguntamos muchos. Porque es
público y notorio que la AVL sigue los dictados del Instituto de Estudios
Catalanes y proclama, en contra del sentir y querer del pueblo, que “catalán
y valenciano son una misma lengua catalana”. Esta aseveración, desde el
estudio serio de la Filología, es una falacia total. En Cataluña se habla
catalán; en Valencia, valenciano; en Mallorca, mallorquín. Pero el motivo de la presente no es
molestarle con teorías filológicas. Sólo pretendo contarle lo que ha pasado
en mi querida tierra, Mallorca, con la imposición episcopal de la misa en
lengua catalana : D. Teodoro Úbeda, e.p.d., fue obispo de
Mallorca durante 30 años. Cuando tomó posesión de esta diócesis el 13 de
abril de 1973, Mallorca era un dechado de fervor y de cumplimiento religioso.
Me acuerdo que la iglesia La Porciúncula, en la Bahía de Palma, se ponía de
bote en bote, con gente de pie, para la misa dominical de las 19h.30m.
Parecida asistencia tenían la mayoría de las iglesias mallorquinas. El nuevo obispo sintonizó maravillosamente
bien con la élite de la intelectualidad, la prensa y la política balear. En
abril de 1983 el estamento político aprobó por unanimidad “su” Estatuto de
Autonomía. Increíblemente y de espaldas al pueblo, este Estatuto hacía
oficial la Lengua Catalana como la propia de Baleares. De tiempo inmemorial
la lengua de las islas era “el mallorquín” en Mallorca, “el menorquín” en
Menorca, “el ibicenco” en Ibiza. El obispo Úbeda, fiel servidor de este
Estatuto, impuso que LAS MISAS DEBÍAN DE CELEBRARSE EN CATALÁN. Este furor
catalanista de “celo apostólico” ha resultado nefasto. Es verdad que los intelectuales, la
prensa y la progresía izquierdosa se deshacían en elogios del Sr. Úbeda.
“Jamás habíamos tenido un obispo de tal categoría. Es culto, abierto y muy
avanzado” oía de amigos míos, docentes universitarios. Pero, los resultados
populares han sido demoledores: La gente poco a poco ha ido dejando de ir a
misa y de ayudar económicamente a la Iglesia (Consulte las estadísticas). La
Porciúncula, otrora repleta, está ahora semivacía. Un sábado que fui a la
grandiosa Basílica de San Francisco de Palma para oír misa y orar ante la
tumba del Beato Ramón Llull, 1235-1315, nacido en Palma de M. (¡Filósofo
“catalán”, según las enciclopedias!) éramos la abrumadora multitud de 17
personas. La razón es obvia: “Jò vatx a missa per
rezà a Déu, no per aprende català” me dicen muchos amigos que han dejado de
ir a los actos religiosos. Lamentaría, Sr. Arzobispo, que a Vd., inducido por
la mejor de sus intenciones, le pasara en Valencia lo que ya es tristísima
realdad en Mallorca, sólo por complacer a una progresía pancatalanista que no
va ni va a ir a misa. El sencillo pueblo fiel no acepta imposiciones ajenas a
su lengua autóctona, por muy avaladas que estén por normas de universidades
prostituídas. ¿Se ha detenido en pensar por qué su
digno predecesor -tan odiado por la izquierda catalanista que no va a misa-
paralizó la confección del misal en “valenciano”?. No deseo que tenga que
vivir el significado de una exclamación de mi tierra: “¡Déu mos llibéri d’un
jà està fet!”, como seguramente –tarde ya- en el cielo lamenta el obispo
Úbeda. Desde mi gratitud a Dios por ser
creyente, le he escrito la presente. Reciba mi mejor saludo, con todo afecto
y respeto. |
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