AUTOR: JOAN IGNACI CULLA
(Nomes versio en Castellà · Solo versión en
Castellano)
En Hostalets de Pierola han
encontrado un ancestro humano que vivió hace unos 13 millones de años, según
señala la revista Science . El hallazgo hace de los restos el “eslabón
perdido”. El tránsito entre el mono y el hombre no se ha descubierto en Etiopía
o Siria, donde por cierto el alcalde de esta ciudad catalana, Pere Barbado,
había excavado, dado su (que casualidad) condición de arqueólogo, mismo oficio
(otra casualidad), que su concejala de Cultura, Judith Llopart.
La importancia del descubrimiento que, “por
suerte, apareció en los primeros movimientos de tierras”, según precisa
Barbado, va a hacer de dicha localidad catalana un referente turístico y de
peregrinación, como ocurría en la Edad Media con las reliquias religiosas que
trascendían lo meramente espiritual para pasar a convertirse en auténticos
zocos sujetos al mercadeo del populacho. De hecho, el propio municipio ya está
pensando en vender camisetas estampadas con los ojos de Pau (nombre que le han
puesto a este Pierolapitecus, además de Catalaunicus, para que todos sepan de
su origen catalán) y la leyenda “una mirada de 13 millones de años”.
O mucho me equivoco o este sorprendente y
lógicamente casual hallazgo, además de contar con todas las bendiciones de los
paleontólogos de la zona, recibirá el respaldado de los filólogos del Institut
d’Estudis Catalans (IEC).
Esto dará pie a hacer un nuevo congreso de la
lengua catalana sin tener que recurrir a los clásicos valencianos (cosa que
machaconamente aportan ante la carencia de sus propios autores). Ahora, con
toda seguridad, basándose siempre en la ciencia, claro, demostrarán con el cien
por cien de garantía que este ancestro hablaba catalán. No por casualidad,
aducirán que la mandíbula de este mono tiene una posición que determina y
facilita la pronunciación de los vocablos que este buen mono emitía, que de
seguro eran catalanes.
Estos eminentes filólogos deducirán –eso sí,
después de innumerables reuniones–, no la lengua que hablaba –eso está claro,
catalán–, sino el sonido que Pau profirió en el momento del óbito: noi, doncs,
tothom. Estoy totalmente convencido de que una vez esto se produzca, tanto
Carod-Rovira como Maragall, además de exigir fondos públicos de la
Administración central con los que poder construir un gran museo para su
exposición, le sugerirán a Zapatero que, si quiere contar con sus próximos
apoyos, declare en todos los organismos mundiales que el primer humano era
catalán, hablaba catalán y se llamaba Pau.
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