Camarada Joan Ribó Canut, como
proletario entregado en alma, corazón y vida (bolsillo creo que no) a
la defensa de la libertad, supongo que habréis celebrado homenajes
recordando a Andrés Ivars de Benissa, erudito que gastó su vida
publicando ensayos en idioma valenciano sobre las flotas del Reino en
1398, la estancia de Joanot Martorell en Londres, la ayuda de Valencia
al enigmático monasterio del Monte Sinaí, etc. Discípulo de Fullana,
si éste le corregía galeradas de “Dos creuades” en 1918, era Ivars
quien en 1933 escribía la presentación de su Gramática valenciana. Vosotros,
camaradas de EU, habréis leído el terrible “Diario de Ana Frank” y
también, supongo, el “Diario de Andrés Ivars”. ¿No lo conocéis? Es
breve y escrito con lápiz sobre mal papel. iAh!, olvidaba decir que
Andrés Ivars era franciscano, que amplió estudios de paleografía en el
Archivo Vaticano; y de Historia, en Florencia. Premiado por Lo Rat
Penat en los Jocs Florals de 1919, su labor investigadora fue
reconocida por políticos e intelectuales, publicando parte de su obra
la Diputación y Ayuntamiento de Valencia. En 1933 era, quizá, el mejor
paleógrafo valenciano.
Lo que sigue, camaradas del Canut,
debéis saberlo sin necesidad de papeles de Salamanca: el 8 de
septiembre de 1936, al amanecer, su cadáver apareció tirado en la
carretera a Valencia, saliendo de Gata de Gorgos a la izquierda. Había
sido fusilado, como García Lorca. Tres meses antes, Ivars residía en
Madrid y era director de la revista de investigación histórica
“Archivo ibero-Americano”. El 20 da julio escribió que “guardies
d´asalt i milisies socialistes” habían quemado su residencia: “¡Quina
tristea!... les 40 carpetes de documentació, suor de 25 anys
d’escorcollament d‘archius”. Todo se convirtió en humo: investigaciones
sobre Vinatea, obras únicas, primeras ediciones de Beuter, Martí de
Viciana, Matéu y Sanz, Ximeno, etc. Vestido de segIar, Ivars deambuló
aterrorizado por Madrid: “me despedixc(...) m‘ha entristat al vore l
‘alegria de la gent al mirar la cremá y destrucció de les parroquies
de Sant Andreu y S. Isidro (...) m ‘han cacheat (...) en la Porta del
Sol anava una quadrilla de chics pistolers y en mig una chica vestida
d’ home en grans melenes, cara groga, ulls espantats, amenaçant ab una
gran pistòla a dreta y a esquerra”.
Las simpáticas libertarias, “chiques
empuyant pistoles”, obligan a los peatones a saludar puño en alto.
Todo esto queda muy fotogénico en las películas de Ana Belén, pero la
realidad es que actuaban sobre indefensos como Andrés Ivars, igual que
las SS o la policía estalinista. El historiador presiente su muerte y,
buscando protección, viaja a Benissa; pero es detenido en la estación
de Denia el 7 de septiembre de 1936.
Trasladado a Gata de Gorgos, aquella
madrugada es sacado de la celda y fusilado. En el dramático diario de
Ivars hallamos el idioma prohibido en la actualidad: “Vullc parlar per
telefono...telefonege pera que...”. Los valencianos del 36 decían “telefono,
telefonejar, cridar por telefono”, y no “telèfon, telefonar o trucar
per telèfon”, como impone el fascismo catalanero. Es curioso que ningún
cineasta o literato se haya interesado en la vida y muerte de Ivars,
idéntica a la de García Lorca. De éste se sabe todo. Una legión de
investigadores de derechas e izquierdas han averiguado nombres y
detalles: “Lorca fue detenido por Ramón Ruiz Alonso en la tarde del 16
de agosto de 1936, y fusilado por orden del comandante José Valdés
Guzmán. José Jover Tripaldi estuvo de guardia la noche del 19, y su
cadáver apareció el 20 en las afueras de Víznar”.
Andrés Ivars es una figura intelectual
del máximo valor para los valencianos, pero se silencia en los textos
aprobados por Camps y Tarancón. Por el contrario, la muerte de García
Lorca aparece en libros, documentales y películas como la de Bardem,
“Muerte de un poeta”, ideada “para mostrar la crueldad y el asesinato
brutal causado por los fascistas a los republicanos”. Todos conocen
que “Lorca fue asesinado por el fascismo en 1936”; y hasta la Gran
Enciclopedia Catalana recuerda su fusilamiento, pero silencia el de
Andrés Ivars. El manipulador Manuel Sanchis Guarner, autor de la
entrada biográfica de Andrés Ivars en la Gran Enciclopedia Valenciana,
también ocultó que Ivars fuera fusilado por asesinos comunistas y
socialistas.
Camaradas del Canut, ¿creéis que algún
partido debería pedir perdón a la sociedad valenciana? Hay miles de
casos: a Plácit García Gilabert de Benitachell (como Ivars, estudió en
Roma, calificado “Summa cum laude”) los progresistas lo normalitzaren
cerca de Javea el 16 de agosto: le habían cortado los testículos, el
cuerpo estaba acribillado con perforaciones de aguja saquera; le habían
arrancado un oreja y sacado un ojo.
La autoridad republicana jamás detuvo a
sus normalizadores. Nadie se enteraba entonces y nadie quiere saberlo
ahora, salvo lo de García Lorca y Miguel Hernández. En el lugar del
crimen, en Gata de Gorgos, se erigió una, cruz con el nombre de Andrés
Ivars, pero los progresistas la destrozaron en 1989, quitando el
nombre del historiador. Hay un hecho cierto, camaradas del Canut,
aparte de torturar a intelectuales, la destrucción de obras de arte y
documentación practicada por vuestros idolatrados republicanos superó
a la de todas las calamidades juntas: invasión napoleónica, Guerra de
Germanías, Guerra de Sucesión, guerras carlistas, expulsión de los
moriscos, desamortización, etc. Jamás podremos valorar la destrucción
que en 1936 hicieron vuestros antecesores (“comunistes y socialistas”,
en el diario de Ivars), y no sólo en Madrid. Aquí, en el Reino, la
lista sería interminable: Sant Joan del Mercat, con la pintura al
fresco más grande de España, obra de Palomino; iglesia de San Agustín,
órgano de la Catedral, cuadros de Goya, Ribalta, retablos, archivos,
esculturas, incunables, etc. Desde el Maestrat a Oriola, la firma
republicana fue el fuego, la tortura y el asesinato.
Camaradas del Canut, millonarios
socialistas y sindicalistas normalitzadors: me sorprende vuestra
terquedad en proclamaros herederos de unos republicanos que practicaron
la tortura y el crimen con tanta impunidad como los fascistas; pero
igual desconcierto me causa la tropa de peperos que os tiene miedo y
acepta vuestra fanfarronería burguesa y catalanera. De todas formas,
estamos mejorando: asáis sardinas en Hacienda, cuando en El Toboso
asaron personas; y hay políticos que organizan cacerías de gatos,
preferibles a las humanas del 36. Menos mal que quedan franciscanos
como fray Benjamín Agullo, sabio archivero y custodio de la memoria del
fusilado fray Andrés Ivars. No sé qué tiene esta orden que, un ateo
contumaz como servidor, la admira; además, ¿cómo olvidar a Eiximenis,
fray Joseph Marqués (que hablaba valenciano en California), fray Andrés
Yvars y, por supuesto, a fray Benjamín?
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