jueves, 22 de octubre de 2015

LA INTERMINABLE MANIPULACION HISTORICA


AUTOR: JUAN VANRELL NADAL


 Se miente con descaro impúdico. Se engaña sin sentimiento de culpa. En vez de arrepentimiento se ofrece un burlesco regodeo. Algunos políticos, coreados por sus periodistas áulicos, han hecho de la tergiversación falaz un verdadero arte. Sin el mínimo rubor basan su éxito en la manipulación y la demagogia. Repiten tantas veces la misma mentira que logran convertirla en pseudo verdad. Estamos hartos de comprobarlo a diario. Anson, Campmany, Albiac, Ussía, Carrascal, Jiménez Losantos, Alonso de los Ríos, Torró, Alemany y otros brillantes columnistas lo denunciaron magistralmente. Yo me ceñiré sólo a denunciar las trolas contra la cultura valenciana y balear.

 El Sr. Moratinos, al reconocer a Valencia su genuina lengua valenciana, ha atinado plenamente. En cambio, las insaciables huestes pancatalanistas (pongo «pancatalanistas» en contraposición a los muchísimos catalanes normales que reconocen la verdad como es: lo catalán para Cataluña, lo valenciano para Valencia, lo balear para Baleares) han protestado estruendosamente. Estos obesos nacionalistas se empeñan en que la Historia sea como ellos quieren que sea, no como realmente fue y es: «La comunidad científica ha dejado muy claro desde hace bastante tiempo que hay un solo idioma, el catalán... Científicamente está resuelto y admitido por todo el mundo». (Artur Mas, DDV 06/10/04) ¡Qué descansado habrá quedado después de esta deposición!
 No sabía que los intelectuales pancatalanistas fueran «todo el mundo». Sé, sin embargo, que científicos de la autoridad de Menéndez Pidal, Madariaga, Sánchez-Albornoz, Unamuno, Ubieto y Álvaro Santamaría no dicen esto en sus obras. No comulgaron con las ruedas de molino con que extasiados comulgan borreguilmente tantos y tantos valencianos y baleáricos.

 Políticamente hablando, Cataluña es obra del siglo XVI. No pudo dar lengua ni costumbres antes de su constitución geopolítica. A pesar de mi insistencia machacona ninguna autoridad política, ningún rector de universidad, ningún pancatalanista famoso ha contestado a algo tan elemental como decir cuáles eran los límites, los habitantes y los gobernantes que tenía Cataluña en 1229 (conquista de Mallorca) y 1238 (conquista de Valencia). Sólo me han llegado algunas censuras peregrinas: Teorías «disparatadas» superadas por estudios superiores. ¿Dónde están estos estudios? ¿Quién los firma?... El XVI Congreso Internacional de Lengua y Filología Románica, que aduzco para demostrar la falacia de ese «todos los científicos del mundo», no merece ninguna consideración, nadie con seriedad y rigor lo puede tener en cuenta... No creo que puedan aceptar tamaña descalificación sus organizadores: Badía i Tamarit, rector de la Universidad de Barcelona; Borja Moll, rector del Estudio General Luliano; Anna Moll, secretaria; y Comité Técnico, entre los que encontramos celebridades como Emilio Alarcos, Jean Roudil y Helmut Lüdtke... Es cierto que a los pancatalanistas el tiro les salió por la culata. De 723 congresistas sólo 36 firmaron el documento que afirmaba la unidad de la lengua catalana. De los 687 que no firmaron destaco algunos nombres: Karlo Budor, Zagreb; Silvia Faitelson, Québec; Ulrike Vom Bruck, Munich; Flora Klein, Georgetown, USA; Norioski Miyake, Japón; Jorge Stepanov, Moscú; Bernard Pottier, Sorbona; Ettore Finazzi, Roma. ¡Frente a estos 687, los 36 son «todo el mundo científico»! Además, los pobrecillos no tienen seriedad ni rigor... Los que no tienen seriedad ni vergüenza son los que tergiversan y manipulan la auténtica verdad y la verdadera ciencia.

 Recordando al mencionado Sr. Moll, he dicho alguna vez que en sus escritos juveniles, igual que en los del valenciano Sanchis Guarner, se defendía a ultranza la propia lengua autóctona. Ambos a partir de 1970 cambiaron radicalmente esta actitud. Por hacer este comentario me dicen que insulto y descalifico a personajes ilustres. Jamás podrán demostrar que miento. Fui alumno universitario de don Manuel Sanchis Guarner, nos teníamos mutuo aprecio. Sentí vergüenza ajena cuando en 1972, después de recibir el premio de las Letras Catalanas, se erigió en el abanderado del catalanismo en Valencia.

 No entiendo tampoco que el Gobierno balear sea tan catalanista. Mientras los valencianos el pasado día 15 se manifestaban en Madrid «¡Som valancians, mai catalans! ¡Valencià, sí; mai català!» leo «El Consell de Gobern aprobó ayer un decreto que regula la exigencia del conocimiento de la lengua catalana a los funcionarios con habilitación de carácter nacional» (LA RAZÓN, 16/10/04, pág. 36). En vez de corregir las manipulaciones históricas demostradas se aferran al error.

 Y por si tanta manipulación lingüística no fuera suficiente, se nos descuelga el «pérez» Carod amenazando con que si Cataluña, como región «histórica», no tiene trato privilegiado en los Presupuestos, el Gobierno deberá atenerse a las consecuencias. Era la «Marca Hispánica», creada por Carlomagno para que, como tierra «tapón», impidiera a los árabes volver a penetrar en Francia. En cambio, tanto Baleares como Valencia eran famosos y florecientes reinos moros con sus gobernantes, instituciones, lengua y moneda. Repito la queja de Ibn Sïdah, el moro más sabio del reino taifa de Denia-Baleares «¿cómo no he de cometer errores yo, estando tan alejado de la pureza de la lengua árabe y debiendo vivir rodeado de gente que habla romance?» Dos siglos antes de su reconquista Valencia y Baleares tenían lengua romance... ¿A qué viene esta falacia de que Cataluña es región especialmente «histórica»? Su suerte «histórica» es que fue la primera en industrializarse. «Si la industrialización española se hubiera iniciado en Málaga o Sevilla, el nacionalismo catalán y vasco no sería tan agresivo», dijo Payne, el pasado verano. En el fondo siempre existen motivaciones económicas. Cataluña sabe muy bien que si a su riqueza suma la de Baleares y Valencia será la más fuerte y poderosa. Podrá lograr su ansiada independencia. Vale la pena tergiversar, traicionar, mentir. ¡La interminable manipulación de la Historia!


LA INTER INTELIGIBILITAT DE LES LLENGÜES



Autor: Ramón


Lo difunt Eugenio Coseriu distingia entre dos conceptes de llengua, la "llengua funcional" i la "llengua històrica" (açò venia en els llibres de text del bachillerat) la llengua funcional és lo concepte llingüístic de llengua, en tota la seua puresa, i la llengua històrica és —seguint Coseriu, ya dic— un conjunt de llengües funcionals què per motius polítics / culturals / socials / històrics s'engloba dins d'un únic nom.

De fet, esta idea de dialecte, com a llengua funcional d'estatus inferior al d'una atra llengua funcional, abdós dins d'una llengua històrica, és poc llingüística.

S'ha proposat la inter inteligibilitat com lo punt a partir del qual podem considerar que dos llengües mantenen entre si relació de dialectes (yo preferisc parlar de "relació de dialectes", i no que una siga dialecte de l'atra)
Aixína, encara que es diga que lo català és un dialecte del valencià per uns, i al revés per atres, lo correcte és expressar que lo català i lo valencià mantenen relació de dialectes entre si.

D'atra banda, açò de la inter inteligibilitat no és tan clar com podria paréixer, perquè depén molt, per eixemple, del grau d'exposició prèvia dels parlants a l'atra llengua.

En lo passat s'han proposat sistemes per a mesurar numèricament lo grau de parentesc entre dos llengües, i a partir d'este, deduir si deu o no eixistir inter inteligibilitat. Es tracta d'un intent d'objectivació del tema segons lo qual, per cert, lo gallec i lo portugués mantindrien relació de dialectes entre ells i haurien de ser inter inteligibles ¿ho són?. ¿I lo castellà i lo portugués?

No em cap dubte que el sistema, aplicat al valencià i al català, determinaria una relació dialectal entre abdós, i inclús entre l'aranés i lo català, o l'occità i lo valencià, o lo mallorquí i l'aranés, ben entés que açò no significa que siguen la mateixa llengua. Evidentment no ho són.

Estem davant de dos llengües (funcionals, si es vol) distintes (de fet, llevándolo a l'extrem, allí on puguem senyalar una diferència podem separar dos llengües)

Som mosatros els que diem que a cert grau de parentesc entre llengües el cridem "dialectal", però això no canvia en absolut les llengües ni les seues relacions.

En definitiva, es diga que lo català és un dialecte del valencià, o que no ho és, o inclús que lo valencià és un dialecte del català, és una qüestió en part llingüística —perquè reconeix una relació de parentesc—, i en part política —perquè subordina una llengua a l'atra—, i és la part política, i no la realitat llingüística, lo que pot resultar molest (o gratificant, segons cada u) i lo motiu real d'estes interminables discussions.

Per tant, és la voluntat d'un poble la que determina les seues relacions. De qualsevol classe. Inclús les llingüístiques, i és així mateix un poble lo que determina la denominació de la seua llengua, la denominació de la seua cultura i la denominació del seu gentilici.
I els valencians, massivament, mayoritàriament, volem i parlem llengua valenciana, producte de la nostra ancestral cultura valenciana, perquè vam ser, som i serem per sempre, valencians.


LA INOPORTUNA CONVOCATORIA EN MONTSERRAT


Por Ricardo García Moya

Las Provincias 25 de Marzo de 1994


  Como es sabido, los monjes de Montserrat organizan cada cierto tiempo actividades relacionadas con la Comunidad Valenciana. De ahí su apoyo, hace L décadas, a Raimon, Fuster, "normalització" del Misterio de Elig, etc.  Ahora ha surgido la idea de convocar a un grupo de valencianos para que visiten a la Virgen de Montserrat en una fecha inapropiada, ya que coincide con el fin de semana en que se celebra la fiesta de la Virgen de los Desamparados.
  Quizá  nos equivoquemos, pero pudiera existir truco en la reunión de valencianos apellidados Montserrat en el monasterio homónimo. Por si las moscas (místicas), intentaremos vacunar documentalmente a los que se atreven a cruzar la frontera del Cenia -cambiando el homenaje a la Patrona del Reino por el de la Patrona del condado-, no sea que nos los devuelvan entonando  "Els Segadors".
    Es cierto que el nombre y apellido Montserrat está extendido en el Reino, pero ello no quiere decir que sus titulares desciendan de catalanes. Incluso en la frontera sur del Reino encontramos iglesias bajo la advocación de la Virgen de Montserrat o Monserrate.
    Veamos, como ejemplo, el origen de la existente en Orihuela: "Los monjes de Montserrat, de Cataluña, enviaron un procurador a esta ciudad de Orihuela, para impedir que no tuviese otra imagen el titulo de Monserrate, si no la de Cataluña. Pero esta ciudad y cabildo enviaron a Roma al canónigo Juan Vicente, el cual alcanzó de Sixto IV (12 de agosto de 1483) que la Iglesia de esta santa imagen tuviese invocación de Monserrate, "y le pareció mucha razón que si para habitación divina hay una casa de Nuestra Señora de Monserrate en Cataluña, no seamos menos felices en el Reyno de Valencia" (Cortés, M.: Sermón. Orihuela, 1965, p.17).
  Es decir, se desarrollaba -contrariando a los catalanes-, la devoción a la Virgen de Montserrat en el Reino, con el consiguiente incremento de nombrar y apellidar Monserrat a los hijos. Hay que recordar que los apellidos no se generalizaron hasta fines de la Edad Media, y con frecuencia se tomaban del oficio o lugar de nacimiento: Pere el Carabaçer, Joan  el Velluter o  Rafala  la de Montserrat (no de Cataluña, sino de la parroquia o barrio de su lugar de nacimiento). Los hijos o nietos ya eran bautizados sin la preposición o artículo: Lluis Torner, Vicent Piquer o Amparo Montserrat. Y eso no sólo sucedió en el Reino de Valencia.
  En Navarra, sin ir más lejos, también existieron numerosos lugares dedicados a la Virgen de Montserrat. En Pamplona, la cofradía de Languinobrari, existente en 1300, reedificó a su costa en 1384 un hospital de su propiedad, donde se veneró a la Virgen catalana (Jimeno, J. M.: Navarra y Cataluña. Pamplona, 1972, p.23). Existían iglesias, ermitas y cofradías de Monserrat en toda la geografía navarra, incluso en pueblos de montaña, como Esnoz, Lizoáin e Iroz.
 Por cierto, si se convocara en Pamplona a los valencianos de apellido "Navarro" -numerosísi- mos en la provincia de Alicante- nos quedaríamos solos. Los "Navarros superan en un ochenta por cien a los "Catalá". ¿Comentarán en el coloquio montserratino esta curiosa proporción?. ¿Y qué decir de los López, Pérez y García, documentados desde la Conquista?
 También tenemos un apellido mariano a destacar: los Lledó, mucho más abundante que los Montserrat. En 1626, un erudito catalán recordaba que: "en lo mejor de la vega de Castellón de la Plana, no ha ochenta años que un hombre arando cerca de un árbol que en lengua valenciana llaman lledoner halló una imagen de la Virgen" (Martorrel, F.: Historia de la sagrada cinta. Tortosa, 1626, p. 156). Además, la "Festa del Lledó" es el 1 de mayo, y no boicotearían a la Mare dels Desamparats.
 Apellidarse Montserrat, o ser su devoto, no equivale a catalanización; las apariencias engañan. En 1648 "se celebró la bienvenida de la Virgen de Montserrat al nuevo y real monasterio que se erigió en esta corte" (Vitores, fray Alonso: Oración, Madrid, 1648; p. 2). Los que fundaron este santuario en Madrid eran frailes castellanos expulsados a patadas por los monjes catalanes de Monserrat, en 1640; en la guerra "dels Segadors".
  De todas formas, los valencianos que se acerquen al santuario catalán deben recordar que se apellidan Montserrat, no Panoli.  Por cierto, esta palabra es la única valenciana que todavía nos atribuye el diccionario de la RAE, después del saqueo. EI vocablo panoli, según el DRAE, deriva del valenciano "pa en oli" (como "café en Ilet"). No se atrevieron a catalanizarlo,  pues quedaba muy chusco lo de "pamboli" o pamoli". La humilde preposición de compañía "en" (tan despreciada por los propios valencianistas) venció ella sola a los temibles Pere Gimferrer, Martí de Riquer y demás académicos de la Lengua.
  Respecto a lo de Monserrat, que tomen nota de que nos hemos percatado de la maniobra que -si fuera intencionada- podríamos calificarla de maquiavélica. Piensen que el lunes siguiente al traslado de la Patrona del Reino, veríamos por televisión a un grupo de valencianos postrados ante la Patrona de Cataluña. En fin, nos preguntamos lo mismo que usted: ¨No podrían los monjes de Montserrat dedicarse al gregoriano, como los de Silos, y dejar ese tipo de actividades para Angel Colom y Pilar Rahola?. Los valencianos lo agradeceríamos sinceramente.



LA INMERSIÓN, ¡AAAH!, DESCUBRE LA LLONJA



Por Ricardo García Moya
Las Provincias 18 de Enero de 1998

En las manifestaciones catalaneras, una gran pancarta exhibe el lema que les distingue: "La ignorancia es muy  atrevida". Es decir, no  ocultan vergüenzas, aunque poco a poco van cultivándose gracias a lectura de LAS PROVINCIAS. Hace meses comentábamos en este rotativo que llonja y rellonge eran vocablos cultos de la lengua valenciana, usuales desde la Edad Media y reconocidos incluso por Corominas. Han tardado, pero el 8 de enero de 1998 el ideólogo inmersor Joan F. Mira -autor de libros sobre "la nostra llengua"- descubría alucinado que las voces llonja, rellonge, llanda y almorsar eran cultas y clásicas.
El mea culpa reproducía texto de Corominas: "La forma llonja no sólo es legítima, sino que no creo que nadie haya llegado a pensar en reprobar su uso". Líneas que eran glosadas por Mira: "Se equivocaba Corominas, pues muchos valencianos hemos reprobado tanto que hemos llegado a pensar que la únic forma buena era llotja, y que la otra era un banal castellanismo. Era falso: la lonja castellana procede de la valenciana. Y resulta que almorzar está documentado antes que esmorzar, y así tantas ignorancias nuestras. Por ignorancia hemos sido más papista que el Papa, además de querer ser más unitarios y patriotas que el mismo Corominas. Que él, desde el Cielo nos perdone. Y volvamo a almorzar y a la llonja, por favor". (Mira, Joan F.: EP, 8-1-98.)
Lo malo es que el glorificado Carles Salvador -igual que Guarner y Fuster- tampoco diferenciaba entre vulgarismos y léxico culto, y prohibía llonja y rellonge en su falsa Gramática Valenciana (Ed. Eliseu Climent Barcelona, 1993, p. 191); disparates que los inmersores han propagado posteriormente por todo el Reino. Así, en San Juan de Alicante el Ayuntamiento ha bautizado un centro cultural como casa del "Rellotge”, en catalán, cuando en toda la provincia de Alicante -salvo inmersores y peripatéticos- nadie llama al reloj de otra forma que no sea "rellonge" en lengua valenciana. En fin, esperemos que la científica Universidad prosiga con sus sensacionales descubrimientos, y que el Ayuntamiento de Valencia vuelva a rotular llonja y llongeta al tener venia de sus señoritos catalanes. Como estoy generoso, voy a dar materia para que dentro de unos meses, la Universidad comunique otro gran descubrimiento léxico. Por ejemplo, micalet (con minúscula) es palabra inexistente en el "Diccionari del lnstitut d'Estudis Catalans" y, en consecuencia, los falsos diccionarios valencianos de Bromera, Generalidad o Gregal tampoco la incluyen. El Miquel valenciano -idéntico al catalán y similar al Miguel castellano- se aleja hipocorísticamente de ambos al formar el clásico Micalet que, con minúscula, equivalía al miquelet catalán, miembro de las compañías fundadas en la Guerra dels Segadors (año 1640), y que debían su nombre a Miquel Prats, uno de sus jefes. La primera actuación fue en la frontera del Reino de Valencia, y hay documentación inédita sobre la misma.
El 23 de enero de 1642, el "Abad de Benifaça del Reino de Valencia" denunciaba que los catalanes "lo habían saqueado, por estar el mesmo Convento en la raya con Cataluña". Lo interesante es que siempre usa un mismo término para designar a esta milicia: "los sediciosos micaletes de Cataluña; entrando los dichos micaletes en el Reino de Valencia; les han robado los micaletes; lugares que ocupan los micaletes" (Arch. Cor. Aragón, L.1356).
Es decir, un cuerpo creado en Cataluña en 1640 y llamado "de miquelets" automáticamente fue traducido al valenciano "micalets" en zona tan alejada como el Cenia. Así lo recordaba siglos después (año 1851) el diccionario valenciano de Escrig, al incluir entre las acepciones de "Micalet" la de "fusilero de montaña en Cataluña". El hecho de que en la misma frontera catalana -en Benifaçá y en 1641- se tradujera o castellanizara como micaletes refleja la fortaleza e independencia de la lengua valenciana respecto a las vecinas. El neologismo era inexistente en el idioma de Cervantes, ya que el DRAE sólo recoge "migueletes" como milicia de Cataluña y Guipúzcoa.
De los robos de ganado e incendio de granjas en la Cenia, los catalanes pasaron al asesinato de civiles y frailes en 1644, como consta en el mal llamado Archivo de la Corona de Aragón. El convento de capuchinos de Tortosa, ocupado por "pares Capuchins" (ACA.L.695) del Reino de Valencia, lucharon "sin reparar en peligros, ni amenazas de los micalets, ni en la muerte de religiosos". La independencia idiomática se manifestaba en voces como capuchins y micalets, así como en su castellanización "micaletes
Quizá dentro de meses o años, algún lince inmersor descubra que micalet y capuchins son legales y cultos. Todo depende de lo que ordenen los textos de Margarit, Corominas y Martí de Riquer; o lo que les dicte el lnstitut d'Estudis Catalans. De todas formas, mi enhorabuena al equipo de perspicaces lexicólogos, astutos etimólogos y sesudos semiólogos de la científica Universidad de Valencia (y a "todas las del mundo") y a su ideólogo Joan F. Mira por descubrir -leyendo LAS PROVINCIAS- que llonja y rellonge son palabras cultas valencianas. Y si el citado Joan F. Mira lee más este diario, seguro que su lacrimógeno chorrear de libros ("Els   treballs  perduts", "Sense música ni patria i altres cróniques de un país inexistent", etc.) se optimiza al descubrir que no fuimos "un país inexistent", sino un Reino que no dependia de Castilla o Cataluña.



LA ILEGAL A.V.L. DENTRO DEL ESTATUTO VALENCIANO



Autor: Valencia d’Elig

Tanto el actual estatuto de autonomía valenciano aprobado en "les Corts" el 27 de Marzo de 2006, como su predecesor (en vigencia durante más de dos décadas), son claros y concisos a la hora de concretar el nombre y la entidad del [idioma] Valenciano. En ambas Cartas Magnas (marco jurídico y legislativo valenciano de rango máximo, supeditado únicamente a la Constitución española), el [idioma] Valenciano está definido como la "lengua propia" de los valencianos a la que se le reconoce y otorga (en justicia) su carácter de "idioma".

 El articulado del nuevo Estatuto Valenciano no deja lugar a la duda:

 "TÍTULO PRIMERO.
...
 Artículo sexto.
1.       La lengua propia de la Comunitat Valenciana es el valenciano.
2.       2. El idioma valenciano es el oficial en la Comunitat Valenciana, al igual que lo es el castellano, que es el idioma oficial del Estado. Todos tienen derecho a conocerlos y a usarlos y a recibir la enseñanza del, y en, idioma valenciano".
3.        
 Queda pues legislativa y jurídicamente dictaminado al máximo nivel, que el idioma Valenciano es la lengua propia de los valencianos (y no la lengua Catalana, ni la Portuguesa, ni cualquier otra) y que además la lengua Valenciana dispone de rango de idioma (lengua que ha desarrollado un sistema de codificación propio), sin que del articulado de la Carta Magna valenciana pueda sacarse conclusión alguna de que el idioma Valenciano es un dialecto de la lengua Catalana, la Portuguesa, u otra, ni que el Valenciano sea la misma lengua que la Catalana, Portuguesa, etc...

 A pesar de que lo expresado en el Estatuto valenciano es fiel reflejo del sentir generalizado de la sociedad valenciana para con su lengua propia, existe una minoría social pan/catalanista (que recibe generosas subvenciones desde Cataluña) que contra-natura pretende imponer la falsa "unidad" de las lenguas Valenciana y Catalana, en su afán de "unificarlo" todo bajo una misma "lengua, cultura y nación catalana" (y satisfacer así las necesidades de una mayor extensión territorial y lingüística de esa imaginaria "gran (sic) Catalunya/Països catalans" que ambiciona independizarse de España). Esta minoría de colaboracionistas del nacionalismo catalán en tierras valencianas, viene argumentando que con la inclusión de la (catalanista) "Academia Valenciana de la Lengua" (A.V.L.) dentro del actual texto estatutario valenciano se ha consagrado indirectamente la (inexistente) "unidad" de las lenguas Valenciana y Catalana; algo que es del todo incierto ya que el dictamen de la A.V.L. sobre la "denominació i entitat del Valencià" (9-2-2005) sobre la que la minoría social pan/catalanista pretende sostener sus tesis "unionistas", es nulo de todo derecho debido a que la A.V.L., por ley, no tiene atribuciones para pronunciarse sobre los asuntos y supuestos a los que hace referencia en dicho dictamen.
 En su dictamen sobre la "denominació i entitat" del Valenciano la A.V.L. pretende dar como válidos los siguientes supuestos:

 "...la llengua pròpia i històrica dels valencians, des del punt de vista de la filologia, és també la que compartixen les comunitats autònomes de Catalunya i de les Illes Balears i el Principat d'Andorra...
...Els diferents parlars de tots estos territoris constituïxen una llengua, és a dir, un mateix "sistema lingüístic"..."

 Sin embargo, legalmente la A.V.L. no puede otorgar otra "entitat" al idioma Valenciano más que la que recoge y marca la ley de creación de la propia academia. Pretender modificar o trabajar al margen de los postulados legales sobre los que se ha construido y rige la A.V.L. sería por parte de esta institución ir en contra de los principios y fines para los que, por ley, la A.V.L. fue creada y por tanto colocarse al margen de la legalidad, tanto la misma institución como sus trabajos o dictámenes. Algo, que de forma manifiesta ha sucedido con el dictamen de la A.V.L. sobre la "denominació i entitat" del Valenciano en el que, sin atribución legal para ello, la A.V.L. pretende "unificar" el idioma Valenciano y el Catalán al otorgarle a la lengua Valenciana otra "entitat" diferente a la que la academia, por su ley de creación, está obligada a reconocerle y preservar.
 En el "DECRETO 158/2002, de 17 de septiembre, del Gobierno Valenciano, por el que se aprueba el Reglamento de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL). [2002/9996]" se puede leer:
 "Reglamento de la Acadèmia Valenciana de la Llengua

TÍTULO I

 De las disposiciones generales

 Artículo 1
...
2. La AVL tiene como función determinar y elaborar, en su caso, la normativa lingüística del IDIOMA Valenciano...

3. En sus actuaciones, la AVL se inspirará en los principios y criterios que se desprenden del dictamen sobre el valenciano que aprobó el Consell Valencià de Cultura el 13 de julio de 1998, y que figura en el preámbulo de la Ley 7/1998, de 16 de septiembre, de Creación de la AVL."

 Para el "nom i naturalesa" del idioma Valenciano el referido dictamen del Consell Valencià de Cultura (C.V.C.) estableció lo siguiente:

"c) "El valencià, IDIOMA històric i propi de la Comunitat Valenciana, forma part del SISTEMA LLINGÜÍSTIC que els corresponents ESTATUTS D'AUTONOMIA dels territoris hispànics de l'antiga  Corona d'Aragó reconeixen com a LLENGUA PRÒPIA."

 El anterior punto (c) (perteneciente al dictamen para la creación de la A.V.L. realizado por el Consell Valencià de Cultura (C.V.C.)) es el único punto o apartado que hace referencia a un "sistema lingüístico" de todos los que conforman el reglamento o leyes que configuran y delimitan las atribuciones y funciones que legalmente posee la A.V.L. Cualquier lectura diferente que haga la A.V.L. respecto a la "realidad" del "sistema lingüístico" descrito por el C.V.C. no tendrá validez alguna, puesto que estará yendo en contra de la propia ley que da forma y entidad a la misma A.V.L. y sobre la que esta institución está construida. De dictaminar la A.V.L. una "realidad" para el "sistema lingüístico" valenciano diferente a la que el C.V.C. describió en su dictamen para la creación de la A.V.L., esta academia y sus trabajos dejarían de estar bajo el amparo de la legalidad vigente y en ningún caso se podrá exigir a nadie el cumplimiento de los mismos, antes al contrario, la A.V.L. habrá de reparar su ilegal posicionamiento y asumir las responsabilidades que su actuación haya podido dar lugar.

 Como ya ha sido señalado, el C.V.C. en su dictamen para la creación de la A.V.L. especificó respecto a la naturaleza del idioma Valenciano (anterior punto (c)) lo siguiente:

 "Sobre la naturaleza del valenciano

 El valenciano, IDIOMA histórico y propio de la Comunidad Valenciana, forma parte del SISTEMA LINGÜÍSTICO que los correspondientes ESTATUTOS DE AUTONOMIA de los territorios hispánicos de la antígua Corona de Aragón, reconocen como LENGUA PROPIA."

 En esta alambicada definición, cuyo significado es de obligada observancia (por ley) para la A.V.L., el C.V.C. describe la naturaleza del idioma Valenciano ligándolo indisolublemente a la propia naturaleza del "sistema lingüístico" que el C.V.C. presenta en dicha definición.

 El significado real de la anterior definición del C.V.C. (alejado del que pretende otorgarle el sector pan/catalanista) emerge de forma inequívoca tras analizar algunos de los postulados claves sobre los que el C.V.C. ha construido dicha definición; correspondiendo, en primera instancia saber cuál son las LENGUAS PROPIAS reconocidas en cada ESTATUTO DE AUTONOMIA (de los territorios hispánicos de la antígua Corona de Aragón):

-          - Cataluña: Catalán.
-          - Baleares: Catalán.
-          - Aragón: No define ninguna.
-          - Comunitat Valenciana: [IDIOMA] Valenciano.
 Por tanto (y según lo establecido por el C.V.C.) si el Valenciano hablado en la Comunitat Valenciana FORMA PARTE del "sistema lingüístico" que es RECONOCIDO como lengua propia en su CORRESPONDIENTE Estatuto de Autonomía, este "sistema lingüístico" no podrá ser otro más que el "[IDIOMA] VALENCIANO", que es la UNICA LENGUA PROPIA que reconoce el Estatuto de Autonomía Valenciano para la Comunitat Valenciana.

 "Artículo sexto (del Estatuto valenciano)

1.       La lengua propia de la Comunitat Valenciana es el valenciano."

 Así pues, el C.V.C. establece que el [idioma] Valenciano es a su vez "lengua propia" y "sistema lingüístico" [valenciano], conceptos éstos plenamente compatibles que no entran en contradicción alguna entre sí, ya que "lengua" y "sistema lingüístico" son sinónimos y términos equivalentes tal como la lingüística prescribe, y tal y como la propia A.V.L. reconoce y defiende en el "annex 1" del referido dictamen:
 
 "ANNEX 1. Selecció de testimonis on es documenta la identificació del concepte llengua amb el de sistema lingüístic."
 
 Obsérvese que la A.V.L. considera sinónimos los conceptos "sistema lingüístico" y "lengua", en singular, jamás otorgando al concepto "sistema lingüístico" el carácter de "conjunto de lenguas", en plural.

 En definitiva, según establece el C.V.C., el idioma Valenciano posee tanto la dimensión de "lengua" como la de "sistema lingüístico", quedando excluido de dicho "sistema lingüístico" [valenciano] la lengua Catalana ya que en ningún momento esta lengua es mencionada, ni reconocida como "lengua propia" en el Estatuto Valenciano (condición indispensable - la del reconocimiento estatutario - según marca el dictamen del C.V.C.).


 La catalanista A.V.L. al haber otorgado en su dictamen del 9-2-2005 una "naturaleza" o "entitat" para el "sistema lingüístico" del Valenciano diferente a la establecida por el C.V.C. (pues considera al Valenciano y al Catalán la misma "lengua propia" de los valencianos, yendo en contra así de lo que el dictamen del C.V.C. proclama y de lo que está legalmente estipulado en el Estatuto de autonomía valenciano, marco jurídico de obligado cumplimiento para la A.V.L.), se coloca, dicha academia y su dictamen, al margen de la legalidad establecida por su ley de creación y reglamento, quedando inhabilitado y fuera de toda aplicación dicho dictamen e improcedentes y nulas de todo derecho las conclusiones que de él se quisieran derivar. De lo que se desprende que este dictamen ilegal no puede servir de justificación a los que argumentan que el idioma Valenciano y el Catalán son el mismo o que el Estatuto Valenciano reconoce indirectamente la falsa "unidad" de las lenguas Valenciana y Catalana por incluir a la catalanista A.V.L. en su seno.

 Es más, la nulidad del dictamen referido se traduce en la ausencia de valor jurídico-legislativo del mismo y de sus contenidos, concretamente en su consideración de que Valenciano y Catalán son una sola lengua, algo que es frontalmente contrario al estatus legal de lenguas independientes que cada una de ellas posee. Por tanto, y bajo el amparo que otorga la ley, cualquier resolución, dictamen, normativa, gramática, ortografía o trabajo elaborado por la A.V.L. en los que de manera implicita o explicita se "unifiquen" como una sola lengua el idioma Valenciano y el Catalán serán contrarias a derecho e ilegales, por lo que su observancia o aplicación no serán obligatorias en ningún modo para ninguna administración, ni institución o entidad pública o privada, ni púnible o perseguible dicha decisión legítima de no aplicar o asumir leyes o resoluciones injustas o contrarias a derecho (p.e.: no puede ser motivo para denegar subvenciones públicas no seguir la ilegal normativa catalanista y catalanizante de la A.V.L. (proclama que Valenciano y Catalán son una misma lengua) que buscando artificiosamente la "unidad" del Valenciano con el Catalán corrompe y desvirtua la genuina lengua Valenciana). Antes bien, será la catalanista A.V.L. quien habrá de rendir cuentas y a quien se le habrá de pedir, con toda la fuerza de la ley, responsabilidades ante su ilegalidad manifiesta y exigirle, que rectifique y repare su error y se ajuste escrupulosamente a las competencias y atribuciones que posee marcadas por su Ley de Creación, Reglamento y Estatuto Valenciano, si realmente está al servicio de la sociedad valenciana y trabajando en pro de su genuina lengua propia Valenciana (algo que, a día de hoy, por los hechos, parece ser que no es así).


LA HISTORIA SE REPITE




LA PAELLA DE "ELS PAISOS CATALANS"

MANUEL BROSETA PONS 23/07/1978


“En los últimos días se han producido dos hechos pletóricos de significado. El primero parece anecdótico –casi folklórico- y el segundo es eminentemente político. Ambos se complementan y ambos unidos son perfectamente coherentes, aunque no los podamos admitir. Conviene meditar sobre ellos, desde una perspectiva política.

El hecho, que alguien ha calificado de anecdótico, se produjo en Berlín: en la Semana Cultural Catalana y dentro de la gastronomía catalana, se exhibió la paella. Hace tres días, en el congreso, el diputado catalán Jordi Pujol, expuso y según él con carácter “pedagógico” –explicó-; según las referencias de la prensa -pues aún no he conseguido el “Diario de Sesiones del Congreso”- qué es el “pancatalanismo”; qué es eso de “Els països catalans” y afirmó la “vinculación” del País Valenciano a Cataluña. Jordi Pujol, para defender la federación entre territorios autónomos, parece ser que afirmó que pertenecemos al bloque catalán y-añadió- que esta idea tiene amplio apoyo aquí. Según otros periódicos, parece que el diputado catalán afirmó la “primacía de lo catalán sobre lo valenciano, en punto a voces de capitanía cultural e histórica”.

Algunos diputados valencianos se indignaron y replicaron al líder de la burguesía catalana y de la banca catalana. La propuesta constitucional fue rechazada.

¿Qué significan estos hechos políticamente? Parece conveniente, elevarnos desde la anécdota a la categoría. Así entenderemos las cosas.


II


La exhibición de la paella entre la gastronomía culinaria catalana es un desatino, que es innecesario demostrar. Pero ¿entonces qué significa esa apropiación indebida o sea expoliación gastronómica? Pues sencillamente un paso más –y lamento decirlo- de la “escalada” catalana de algunos grupos y personas que pretenden afirmar que somos una comunidad (la valenciana) que simplemente forma parte de una nacionalidad común y superior que es la nacionalidad catalana.

Lo afirman como resultado de un simple silogismo que algunos postulan: el pueblo valenciano forma parte de la nacionalidad catalana; la cultura valenciana forma parte de la cultura catalana; luego, si la gastronomía es parte de la cultura, la paella es catalana. Y el mismo argumento aplican a la lengua; si el valenciano es una variante del catalán, forma parte de la cultura catalana y, en consecuencia, es catalán. Y le cambian el nombre, y por ende, ya no hay que decir que hablamos valenciano, sino catalán. El “parlem valencià” debe ser sustituído por el “parlem català”, cambiando el nombre de la lengua, pese a que siempre la hemos llamado valenciano. Aussiàs March, ya no sólo escribía en catalán, sino que es catalán. Y la cultura valenciana es catalana. Y el gótico valenciano es catalán; y la cerámica, aunque sea de la zona castellano parlante, y el mueble y la arquitectura también. Y ahora, la paella. Por este camino hemos de decirles que muchos pensamos que cualesquiera que sean las razones históricas que se invoquen, la “senyera” valenciana no podrá ser la cuatribarrada, porque -entre otras razones- la “senyera” de dos territorios autónomos no puede ser idéntica, a menos que se nos quiera meter en una misma nacionalidad: la nacionalidad catalana. Y eso no lo quiere la casi totalidad del País Valenciano.


III


En definitiva, se nos quiere decir que somos la misma comunidad histórica y cultural; y quieren que incluso formemos parte de la misma comunidad política. Seremos así una región de “els països catalans”. Y dice el señor Jordi Pujol, que todo eso tiene amplio apoyo en el País Valenciano.

Pues no señor. Hay que decirle al señor Jordi Pujol –respetable político catalán, por muchas razones- que se equivoca. Que aquí los ciudadanos se sienten valencianos y no catalanes. Que afirman –diga lo que diga la lingüística- que hablan valenciano, y que gracias al pueblo que así habla y siente se ha salvado la lengua valenciana. Y que nuestra cultura no es la cultura catalana, no sólo porque la cultura es algo considerablemente más amplio y profundo que la lengua, sino, además porque la cultura valenciana es ya indisolublemente dual: valenciana y castellana. Aunque le pese. Porque los procesos históricos son como son, y no como el señor Pujol hubiera querido que fuesen.

Pero es que, además, para que una comunidad de ciudadanos de un territorio, pueda afirmarse que posee una nacionalidad o una cultura determinada, en el caso debatido la catalana, es indispensable que esos ciudadanos se sientan catalanes. Y los valencianos no se sienten catalanes sino valencianos. Todo lo demás, son teorías historicistas, voluntarismos maximalistas o deseos de ensanchar las áreas de influencia para practicar la propia política, para practicar o extender la propia economía o para aglutinar más territorio y más habitantes, para –bajo la capitanía de Cataluña- fortalecer su propia política frente al Gobierno central. Porque de eso se trata, como a algunos, desde hace bastantes años, se nos ha explicado con el deseo de catequizarnos.


IV


Todo se comprende si se analiza desde una perspectiva política y económica. Y dejemos ahora de lado los tradicionales y reiterados intereses económicos contrapuestos de Cataluña y del País Valenciano, de los que han sufrido bastante labradores y exportadores valencianos, cuando tenían que sufrir los efectos de la política “proteccionista” postulada desde Barcelona.

Todo se comprende –como acaba de verse claro en el Congreso de los Diputados- al llegar al momento de postular y defender la tesis del “pancatalanismo”. Algunos lo sabemos desde años (como lo saben muchos otros a quienes también se les explicó la “teoría”) y por eso no lo aceptamos. Entre otras muchas razones, porque a un pueblo que está esforzándose en retrobar su propia identidad de pueblo diferenciado –de verdadero pueblo valenciano- lo único que no se le puede decir es que comparte la nacionalidad catalana; o que su “senyera” será idéntica a la catalana. Porque no lo siente, ni es así. Y si se le insiste y se le vuelve a insistir, al final se irrita y reacciona. Y se enzarza en disputas y en querellas y defiende su identidad. Partiendo de este sentimiento, todos los excesos son posibles, aunque sean reprobables y condenables.


V


Todo esto tiene un nombre y siento profundamente pronunciarlo: es una verdadera expoliación cultural y nacional. Y buena prueba de ello es que la mayoría de los catalanes ni lo sienten ni lo quieren. Así lo comprendió la Asamblea de Cataluña, cuando en mayo de 1974 se lo explicamos unos cuantos valencianos. Su sorpresa fue, precisamente, que antes otros valencianos les habían intentado convencer de lo contrario. Tampoco lo cree Tarradellas y con él otros muchos catalanes, tan respetables como los que creen lo contrario. Ni lo cree el “Plenari” de Parlamentarios valencianos.


VI


En el fondo de tanta campaña para que cambiemos a la lengua el nombre de valenciano por catalán, que aceptemos que la cultura valenciana no es tal, sino catalana; que afirman que es indiscutible que la “senyera” fue y debe continuar siendo la “cuatribarrada”; y que nuestra cerámica, nuestro arte y nuestra arquitectura es catalana, late el deseo de algunos de crear pilares básicos desde los que al final, acabemos aceptando que somos “països catalans” y que, en definitiva compartimos la nacionalidad catalana.

Y lo digo –pese a que muchos les irrita- con profundo respeto por quienes así piensan. Pero yo no lo pienso, y pese a todo, he sentido la necesidad de decirlo. Entre otras cosas, porque desde hace años lo estoy discutiendo con ellos. Y lo digo, pese a quienes después escriban, que nadie me ha dado vela en este entierro, o que practico el “toreo de salón”. Como si para torear miuras –en política- fuera indispensable tener un acta de diputado, después de mendigarla en los pasillos de Madrid; un pase de Iberia e ir al Congreso a estar casi siempre callado y después protestar airadamente por los riesgos que otros, diputados o no, con su opinión tienen que soportar”.


VALENCIANOS Y CATALANES EN LA GUERRA DE SUCESION



Es difícil encontrar descripciones de las enseñas de valencianos austracistas, pues siempre son enarboladas por soldados extranjeros. Así, en el asalto a Bañeres:

“el abanderado portugués se aproximó tanto que llegó a clavar la bandera ante la puerta de la plaza (de Bañeres), pero con tal ahínco se defendieron los sitiados, que muerto el abanderado, los demás huye­ron”

El silencio respecto a enseñas valencianas responde al nulo protagonismo que tuvieron los Tercios del Reino, que ni siquiera fueron convocados. Los gremios base del ejército valenciano, estaban intactos en los dias posteriores a la Batalla de Almansa, favoreciendo la expulsión de catalanes y soldadesca dispersa que enrarecían el ambiente de la capital del Reino. Un testigo de los hechos, Miñana en «De bello rústico valentino», narraba lo sucedido:
           
“los ladrones catalanes y los soldados del ejército disperso que se habían refugiado en la ciudad (de Valencia),  mezclados con la multitud, excitaban a los plebeyos con la sangre y el saqueo (...) los jefes de los gremios, para evitar un tumulto, ponen en seguida guardias, armados, de confianza en todas las calles, y reuniendo sin demora aquella hez de catalanes, que eran los que excitaban al pueblo, los arrojaron de la ciudad, cerraron las puertas y pusieron en ellas guardias; libre la ciudad de esa podredumbre ...»

El texto indica que, aunque no eran combatientes regulares, sí seguirían al ejército austríaco algunas cuadrillas catalanas, esperando el codiciado botín en caso de victoria, y muy preparados para la huída al menor atisbo de derrota; no tiene otra explicación que aparezcan catalanes procedentes de Almansa en Va­lencia y, por el contrario, no se encuentren entre los heridos, muertos y prisioneros en el choque. Otro factor a tener en cuenta era la manifiesta aversión de los disciplinados militares, tanto austríacos como borbónicos, hacia las bandas armadas que parasitaban la labor de sus fuerzas; rechazo que se advierte en no citar sus nombres. Por ejemplo, un manuscrito de 1707 que describe los prolegómenos de la batalla - con la anecdótica noticia de que en Font de la Figuera, sitiada por austriacos, llegaron a sustituir agua por vino, incluso para amasar el pan-, y una detallada relación de ambos ejércitos; pero excluyen­do a ciertos personajes poco dignos como «Oficiales Reformados, y Aventureros»        
Aquí no queda más remedio que hacer un alto y revisar otro de los capítulos vidriosos de la historia: ¿hubo realmente un eje militar y político entre Valencia y Cataluña? ¿es cierta la participación de un ejército valenciano en la defensa de Barcelona? ¿Se utilizaron las cuatro barras por parte de estas fuerzas valencia­no-catalanas? Hay escritores que así lo han afirmado en sus libros, pero es falso, como se puede comprobar fácilmente.
De entrada, sorprende que José Manuel Miñana siempre que menciona a nuestros vecinos les llame «los ladrones catalanes». E1 texto original fue redactado en latín, debiéndose esta traducción a un historiador imparcial: el catalán Pedro Voltes Bou. El religioso trinitario Manuel Miñana tenía 36 años cuando presenció la expulsión de catalanes de Valencia en 1707; decisión adoptada por los maulets que, aunque tenían en la «Casa de las Armas cañones, picas, arcabuces .v mosquetes suficientes para armar a diez mil hombres»), no movieron un dedo para ayudar a la causa austriaca. Es decir, hubieron podido cambiar el curso de la guerra de haber participado en ella.

En 1985 se publicó «De bello rustico valentino», crónica de Miñana sobre la Guerra de Sucesión en el Reino de Valencia; edición patrocinada por la Di­putación de Valencia. Pero los traductores, sin argu­mentos convincentes, sustituyeron «ladrones catala­nes» por «mercenarios»:
“En cuanto a ladrones, sabemos que señala (Miñana) a los miqueletes catalanes que sirvieron en las tropas de/ Archiduque, pero nos hemos inclinado por mercenarios por varios motivos»
Motivos quizá similares a los que les hizo catalanizar topónimos en su traducción, olvidando la genuina forma valenciana que se empleaba en 1707. El religioso Miñana quiso calificar a los catalanes por su actuación, y no por ser mercenarios; la mayoría del ejército del Archiduque tenían esta categoría, por ejemplo, los portugueses pagados con dinero inglés y holandés.

Repasando las andanzas de los catalanes que acompañaban a las tropas inglesas, es comprensible el desprecio que Miñana y otros valencianos sintieron hacia ellos. Sagunto se rindió a las fuerzas del Archiduque a principios de febrero de 1706, dejando los 4.000 ingleses una guarnición de 2.000 catalanes en la ciudad «que no cesaron en sus devastaciones y rapiñas, a pesar de lo capitulado en el acto de la rendición».
No fue sólo Sagunto, numerosas villas del Reino sufrieron el saqueo de los maulets catalanes que, inútiles para enfrentarse a un ejército organizado, eran aptos para atacar indefensas poblaciones; aunque, en más de una ocasión, salieron malparados:
«Finestrat se hallaba con una corta guarnición y sostenido de sus vecinos armados, quando animosamente lo atacaron diterentes Cuerpos de Micaletes, con algunas piezas de artillería, Y se llenó de gloria (..) logrando al fin  derrotarlos y, apoderarse de su artillería, armas y equipage (.. ) Iguales elogios mereció la Ciudad de Segorbe, que con una corta guarnición y sus vecinos, pudo triunfar de otro formidable Cuerpo de Migueletes»

Queda fuera de duda que los valencianos no forma­ron ningún ejército con los «micalets» catalanes, salvo casos aislados y confusos como el de Játiva. La defensa de esta ciudad vino precedida de actos vio­lentos contra algunos partidarios de Felipe V, y parece ser que el núcleo defensivo eran 800 ingleses y numerosos catalanes:
«.., y la executaban (la defensa) los 800 Ingleses y multitud de Micaletes, que validos de la fuerza havian  reducido a todos a una miserable esclavitud»
Játiva fue repoblada por sus destructores o, por lo menos, soldados y partidarios de Felipe V:

«Muv pronto contó la nueva colonia (de San Felipe) con una población de trescientos vecinos, casi todos forasteros, porque el objeto de Felipe V era el heredar en la ciudad de San Felipe (Xátiva) a los soldados lisiados en la guerra, a los hijos de los muertos en defensa de su causa y a otros servidores»
Respecto a los calificativos contra los catalanes, no sólo eran de origen valenciano; el Almirante de Castilla, en diálogo para preparar la campaña contra Felipe V, lanzaba una cruel visión del carácter catalán:
«Que no se debia fiar el Rey de los Catalanes, gente voluble ,y traydora, y tan amante de si misma, que si les importasse, mudurian lueg,o partido (..) que solo saben pelear como Ladrones»
El concepto del Príncipe de Armestad era más favorable, teniendo en cuenta que le estaban esperando en Barcelona sus aliados catalanes:

«Que eran los Catahalanes gente feroz, y pertinaz  en la rebelión, que 1a tenían por costumbre»
Los valencianos conocían mejor que nadie, por haberlas sufrido, estas inclinaciones de sus vecinos norteños. Anteriormente a la Guerra de Sucesión se trató de proteger la frontera, pero nadie esperaba la considerable fuerza del ejército aliado que facilitó cl desbordamiento de «micaletes» catalanes en el Rei­no:
«La sublevación catalana, acaecida durante el reinado de Felipe IV, sirvió de precaución al Consejo General de Valencia para disponerse a ,formar un cuerpo permanente de tropas dispuesto a proteger el Reino contra cualquier ataque de origen catalán»
La opinión de considerarlos amigos de lo ajeno estaba generalizada, como se deduce en las memorias del aragonés López de Mendoza y Pons, escritas en 1709. En ellas describe la contienda en la zona de Morella:

«porción del Reino (le Valencia (..) sucedió a últimos de Febrero con 600 migueletes que, abrigados de las asperezas de las montañas, infestaban las cercanías de la plaza (de Morella). Contra ellos hizo salida mi hermano con 90 dragones (..) La noche antes hizo adelantar al capitán con 30 dragones una compañía de milicias valencianas con orden de procurar sacar de su guarida a los migueletes»
A continuación, el cronista narra el «desalojo de catalanes», y vierte unas consideraciones sobre ellos:
«Estos sucesos (..) podían desengañar a los catalanes de la inutilidad de sus migueletes para todo lo que no era robar a mansalva»

También confirma este historiador el aniquilamiento y posterior repoblación de Játiva con gente extraña:
           
«tan sangrienta tragedia, que me la refirió primero el limosnero muyor dc1 Señor Duque de Orleans, con la expresión de que nada había quedado vivo, ni aun los animales domésticos (..) se le impuso el (nombre) de San Felipe (a Játiva), permitiendo se repoblase de extranjeros y no de valencianos»
           
Los extranjeros no parece que permanecieron mucho tiempo en la destruida ciudad, pero sí los botiflers que la repoblaron. Por cierto, tanto los valencianos partidarios de Carlos de Austria como los del Borbón, eran contrarios a cualquier pérdida de los derechos autonómicos. La prueba está en la aireada protesta de los Jurados de la ciudad de Valencia (igual que habían hecho en el pasado cuando el rey cometía contrafuero), por la supresión de los fueros del Reino:
“al Jurado en cap de Valencia y al secretario de la ciudad, ambos finísimos borbones y elegidos por orden de! señor Felipe V, se les castigó con prenderlos”
Estos botiflers acabaron en la cárcel de Pamplona por defender los derechos del pueblo valenciano. ¡Cómo nos han confundido los escritores catalanistas respecto a nuestros antepasados maulets y botiflers! Incluso nos han introducido estas palabras catalanas ­en nuestro valenciano:         
«la perniciosa voz de Botiflers, que empezaba en  Vich como trompeta de sedición»       

Advertencia al lector:  ........En fin, mi deseo hubiera sido publicar El Tratado de la Real Señera en idioma valenciano, pero habría generado polémica incluso en los valencianistas, así que esperaré pacientemente a que confiemos en nosotros mismos y no tengamos complejo a usar el léxico autóctono. ¿Por qué anatemizar, por ejemplo, vocablos vivos como “sigle”?, cuando ya en 1656, el culto cronista Marco Ortí afirmaba que “me manaren escriure la relacio de les festes de quart sigle en llengua valenciana”. En fin, habrá que esperar “en molta fermea y fortalea” para no derrumbarnos ante la demoledora “inmersió catalana” generada desde centros de enseñanza, prensa y, especialmente, Canal 9.
Origen: Tratado de la Real Señera (Señeras Valencianas y Pendones Catalanes) pp. 359-362  de Ricardo Garcia Moya   Ajuntament de Valencia – Depósito legal V-3351-1993